Quienes confesamos a Jesucristo como Mesías
e Hijo de Dios en la Iglesia católica estamos unidos en el reconocimiento de
unos principios básicos como el amor al prójimo, el respeto a la dignidad
humana, el cuidado de la Casa Común y otros tantos. Sin embargo, cuando se
trata de aplicar esos principios a las circunstancias sociales y políticas
aparecen las diferencias al interior de la misma comunidad cristiana. Para unos
resulta prioritario enfatizar una colaboración crítica y exigente con las
autoridades, mientras que otros reclaman la unidad y el apoyo en torno a unas
determinadas políticas públicas. Las filiaciones partidistas y los sesgos
cognitivos nos afectan a la hora de asumir nuestras opciones diarias. Sin
embargo, debemos discernir atendiendo al impulso del Espíritu por encima de
nuestros propios prejuicios. No siempre logramos congeniar nuestra preferencia
política con nuestra fe cristiana
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