viernes, 29 de mayo de 2020

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20020531



Demasiadas familias en muchas ciudades de nuestro país viven con las puertas atrancadas a causa del miedo y la inseguridad. El temor de sufrir una muerte violenta es una realidad en ciertas regiones de México. La gente ama vivir en paz y no encuentra la respuesta a sus demandas. Los mexicanos queremos vivir en paz y nuestros gobernantes no realizan inteligentemente su tarea principal: proteger la vida de los ciudadanos. Cabe decir que tampoco son los únicos responsables de este caos violento en que estamos metidos. El relato evangélico (Jn 20, 19-23) nos recuerda que Jesús nos ha donado su Espíritu para ser mejores discípulos. La oferta reiterada de la paz es un rasgo característico de Cristo resucitado. Él saluda a sus discípulos, deseándoles la paz. La auténtica espiritualidad cristiana nos anima a vivir como constructores de la paz.

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