sábado, 9 de mayo de 2020

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 200510

En la sociedad de mercado en que estamos inmersos actualmente prosperan desafortunadamente las ofertas de salvación que descaradamente asocian la fe con el negocio. Más que caminos espirituales parecen ser emporios religiosos de alto rendimiento que, de manera particular abusan del sufrimiento de los pobres. Condicionar la realización de dones y favores espirituales a la entrega de cuantiosas donaciones económicas parece más un abuso descarado, tramado a costa de la desesperación de las personas sedientas de alivio y consuelo personal. Los milagros y las curaciones no son el núcleo de la fe cristiana. La fe es antes que nada una experiencia de encuentro personal con Dios que se concreta en el seguimiento de Jesucristo. Un genuino discípulo de Jesús vive un cambio personal significativo. Vive de forma más libre y solidaria con las necesidades de sus hermanos.


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