domingo, 4 de octubre de 2020

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20201004

 

La vida cristiana es don y tarea. Dios nos bendice con abundantes dones y talentos que no tienen otro sentido que multiplicar las oportunidades de vida digna para muchas personas. Dios nos regala para que aprendamos a compartir su amor. La dinámica de la acumulación y el acaparamiento no es conforme al espíritu del Evangelio. Los viñadores se ubican como si fueran dueños, olvidando que son administradores obligados a rendir cuentas al único dueño.

En la pendiente de la polarización social en que nos hemos dejado encerrar tenemos que aprender a sumar en lugar de restar, a multiplicar en lugar de dividir. Desde la óptica creyente, Dios Padre nos bendice con sus dones para que generosamente aprendamos a reconocer su presencia en cualquier persona en condición de necesidad. Las divergencias políticas, los prejuicios y estereotipos no deben prevalecer sobre la convicción de pertenencia a una sola familia humana.

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