sábado, 10 de octubre de 2020

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20201011

 

Algún filósofo cristiano ha escrito que los males están mejor repartidos que los bienes. A todos nos va tocando la enfermedad, el envejecimiento y finalmente la muerte. No hay certificado académico ni cuenta bancaria que nos exente de la adversidad. La fragilidad humana tiene un rasero muy parejo. Las diferencias en cuanto al saber, tener, poder que tantos conflictos sociales generan, terminan siendo intrascendentes como bien lo ha documentado la reciente pandemia. Los seres humanos somos lentos para aprender las lecciones valiosas de la existencia. Seguimos atrapados en disputas estériles. Desafortunadamente se subrayan más las diferencias que nuestra pertenencia a una comunidad de iguales. Quienes viven obsesionados por mantener a toda costa el poder político y económico le echan leña a la hoguera de la polarización social. Los discípulos de Jesús estamos llamados a superar esas riñas estériles, puesto que confesamos a un Padre común.


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