Las historias de vida de este par de familias formadas por personas ordinarias (Abrahán y Sara, Simeón y Ana) que enfrentaban problemas comunes como migración, viudez. pago de impuestos, entre otros, nos permitirán reafirmar que la vida del creyente jamás se puede desconectar de las situaciones cotidianas de nuestra existencia personal y de la realidad social donde estamos inmersos. Terminamos un año particularmente complejo, pleno de problemas que han puesto en riesgo la salud, la seguridad y el empleo de millones de mexicanos. No basta con quejarnos y exhibir las ineficiencias de un gobierno incapaz de guiarnos por un camino de esperanza. El Padre que nos bendijo con un año más de vida, espera que pongamos a fructificar nuestros talentos ahí donde más falta esté haciendo nuestra generosidad.
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