La primera vez que el diablo tentó al hombre lo sedujo con algo que
presuntamente lo haría más sabio: el conocimiento (Cfr. Génesis 3:1-6). Hoy en
día ocurre algo similar: se escriben muchos libros inspirados en la maligna
sabiduría del mismísimo diablo, astutamente concebidos para engañar,
descarriar, corromper, pervertir y viciar el espíritu de las personas, hasta el
punto de que no son capaces de reconocer la verdad.
«Dios no es Dios de confusión» (Cfr. 1 Corintios 14:33). A Él le gusta expresarlo todo en términos muy sencillos. Por eso es maravilloso contar con la guía de la Biblia. Nos permite distinguir entre lo pervertido y lo normal, entre el bien y el mal. «La sabiduría de este mundo es insensatez ante Dios» (Cfr. 1 Corintios 3:19). No es posible llenarse la mente y el corazón de conocimientos mundanos, de tonterías de los hombres, sin que ello afecte nuestro espíritu, del mismo modo que no puede uno meterse en un basural o una alcantarilla sin ensuciarse (Cfr. Colosenses 2:8).
¿Para qué perder el tiempo con complejas y confusas teorías y filosofías humanas teniendo a la mano la Palabra de Dios, que es tan sencilla y directa? ¡Opta por las aguas refrescantes de la Palabra, que alimentan el alma, renuevan el pensamiento, elevan el espíritu, dan aliento y purifican todo el ser!
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