viernes, 4 de agosto de 2023

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20230806

 



 «Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, su hermano, y los llevó a una montaña alta donde les mostró su gloria. Porque, aunque hubiesen comprendido que la majestad de Dios moraba en su persona, ignoraban, no obstante, que su cuerpo, que servía de velo a su divinidad, participaba del poder de Dios. Por esto, el Señor, había prometido claramente, pocos días antes, que algunos de entre sus discípulos no verían la muerte antes de ver al Hijo del hombre venir en poder, es decir, en el esplendor de su gloria que convenía especialmente a su naturaleza humana que él había asumido... Esta Trasfiguración, en primer lugar, tenía por finalidad alejar del corazón de los discípulos el escándalo de la cruz, para que la humanidad de la pasión voluntariamente aceptada no turbara la fe de aquellos que habrían visto la grandeza de la dignidad escondida. Pero, por la misma previsión, la Trasfiguración establecía en la Iglesia de Jesús la esperanza que la debía sostener, de manera que los miembros de Cristo comprendieran el cambio que se habría de realizar un día en ellos, y que están llamados a gozar de la gloria que habían visto en su cabeza, Cristo. Por esto, el Señor mismo había dicho, hablando de la majestad de su venida: Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre (Mt 13, 43). Y el apóstol afirma lo mismo cuando dijo: Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros (Rm 8, 18). Y en otro lugar: Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él (Col 3, 3-4)>> (San León Magno [¿? - c. 461]. Sermones 51, 2-6).

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