DOMINGO XVIII FIESTA, LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR Domingo 6 de agosto 2023
Por medio de la Transfiguración, el Señor quiere preparar el corazón de
sus discípulos para que superen el escándalo de la cruz. Pero esta fiesta es,
además, un anuncio de la adopción maravillosa que nos hace hijos de Dios en
Jesucristo y del resplandor con que un día brillará todo el cuerpo de la
Iglesia.
EL SUFRIMIENTO REDIMENSIONADO
Dan 7, 9-10. 13-14.; Sal 96; 2Pe 1, 16-19; Mt 17, 1-9
Después de varios capítulos sobre la oposición contra Jesús, y después
de la primera predicción de su pasión (16, 21-28), encontramos en el relato de
la transfiguración una redimensión de todo este sufrimiento en un marco más
extenso. Se trata del marco de la resurrección, simbolizada por el rostro de
Jesús brillando como el sol y su ropa haciéndose blanca como la luz (v. 2).
Estas manifestaciones recuerdan el resplandor de Moisés (34,39-35), pero el que
la liturgia nos da como nuestra primera lectura no es el Éxodo, sino una
sección del libro de Daniel que contiene un simbolismo parecido (v. 9) dentro
de profecías del sufrimiento del Pueblo de Dios, muestra que la transfiguración
no es triunfalismo sino un intento para recordarnos que el sufrimiento no es un
fin, sino un paso inevitable hacia la gloria de la resurrección.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Mt 17, 5
Apareció el Espíritu Santo en una nube luminosa y se oyó la voz del
Padre celestial que decía: Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas
mis complacencias; escúchenlo,
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que en la Transfiguración gloriosa de tu Unigénito
fortaleciste nuestra fe con el testimonio de los profetas y nos dejaste
entrever la gloria que nos espera, como hijos tuyos, concédenos escuchar
siempre la voz de tu Hijo amado, para llegar a ser coherederos de su gloria.
Él, que vive y reina contigo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Su vestido era blanco como la nieve.
Del libro del profeta Daniel: 7, 9-10. 13-14
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: Vi que colocaban unos tronos y un
anciano se sentó. Su vestido era blanco como la nieve, y sus cabellos, blancos
como lana. Su trono, llamas de fuego, con ruedas encendidas. Un río de fuego
brotaba delante de él. Miles y miles lo servían, millones y millones estaban a
sus órdenes. Comenzó el juicio y se abrieron los libros.
Yo seguí contemplando en mi visión nocturna y vi a alguien semejante a
un hijo de hombre, que venía entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano
de muchos siglos y fue introducido a su presencia. Entonces recibió la
soberanía, la gloria y el reino. Y todos los pueblos y naciones de todas las
lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su
reino jamás será destruido. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 96, 1-2. 5-6. 9.
R/. Reina el Señor, alégrese la tierra.
Reina el Señor, alégrese la tierra; cante de regocijo el mundo entero.
Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor que se asienta en la justicia y el
derecho. R/.
Los montes se derriten como cera ante el Señor de toda la tierra. Los
cielos pregonan su justicia, su inmensa gloria ven todos los pueblos. R/.
Tú, Señor altísimo, estás muy por encima de la tierra y mucho más en
alto que los dioses. R/.
SEGUNDA LECTURA
Nosotros escuchamos esta voz venida del cielo.
De la segunda carta del apóstol san Pedro: 1, 16-19
Hermanos: Cuando les anunciamos la venida gloriosa y llena de poder de
nuestro Señor Jesucristo, no lo hicimos fundados en fábulas hechas con astucia,
sino por haberlo visto con nuestros propios ojos en toda su grandeza. En
efecto, Dios lo llenó de gloria y honor, cuando la sublime voz del Padre resonó
sobre él, diciendo: "Éste es mi Hijo amado, en quien yo me complazco".
Y nosotros escuchamos esta voz, venida del cielo, mientras estábamos con el
Señor en el monte santo.
Tenemos también la firmísima palabra de los profetas, a la que con toda
razón ustedes consideran como una lámpara que ilumina en la oscuridad, hasta
que despunte el día y el lucero de la mañana amanezca en los corazones de
ustedes. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 17, 5
R/. Aleluya, aleluya.
Éste es mi Hijo muy amado, dice el Señor, en quien tengo puestas todas
mis complacencias; escúchenlo. R/.
EVANGELIO
Su rostro se puso resplandeciente como el sol.
Del santo Evangelio según san Mateo: 17, 1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el
hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se
transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y
sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante
ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bueno sería quedarnos
aquí! Si quieres, haremos aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y
otra para Elías".
Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella
salió una voz que decía: "Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo
puestas mis complacencias; escúchenlo". Al oír esto, los discípulos
cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los
tocó y les dijo: "Levántense y no teman".
Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No le cuenten a nadie lo
que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los
muertos". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día,
según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no
tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del
Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa,
católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los
pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Invoquemos, hermanos, a Dios, nuestro Padre, que al revelarnos la
gloria de su Hijo amado, nos muestra la esperanza a la que estamos llamados: Te
rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)
Para que Dios conceda a las Iglesias de Oriente, que hoy celebran con
gran solemnidad la Transfiguración del Jesucristo, encontrar en su gozo el
hecho de que la luz de la gloria del Señor resplandezca sobre ellas, roguemos
al Señor.
Para que quienes empiezan a sentirse atraídos por Jesús y su Evangelio
encuentren quien los ayude a transformar la simple admiración en una fe plena
en Jesucristo, roguemos al Señor.
Para que Dios fortalezca a los enfermos con la esperanza de que su
frágil condición será transformada según el modelo de la condición gloriosa de
Jesucristo, roguemos al Señor.
Para que el Dios de la gloria, que nos llama a vivir en su presencia,
nos conceda el espíritu de contemplación y oración, de manera que gustemos ya
desde ahora el gozo que nos prepara el cielo, roguemos al Señor.
Escucha nuestra oración, Dios todopoderoso y eterno, e ilumínanos con
tu gracia, para que vivamos siempre a la espera de la manifestación de
Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Por Jesucristo,
nuestro
Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica, Señor, las ofrendas que te presentamos en la gloriosa
Transfiguración de tu Unigénito, y límpianos de las manchas del pecado con el
resplandor de tu luz. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El Misterio de la Transfiguración.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Jesucristo, Señor nuestro.
Porque él reveló su gloria ante los testigos que había elegido, y
revistió su cuerpo, semejante al de todos los hombres, de un extraordinario
esplendor, para apartar del corazón de sus discípulos el escándalo de la cruz,
y manifestar que se cumpliría en la totalidad del cuerpo de la Iglesia lo que
brilló admirablemente en él mismo, su cabeza.
Por eso, con todos los ángeles, te alabamos por siempre en la tierra,
aclamándote sin cesar: Santo, Santo, Santo ...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. 1 Jn 3, 2
Cuando se manifieste el Señor, seremos semejantes a él, porque lo
veremos tal cual es.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te rogamos, Señor, que el alimento celestial que hemos recibido nos
transforme a imagen de aquel cuyo esplendor quisiste manifestar en su gloriosa
Transfiguración. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
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