La relación entre la fe cristiana y el cuerpo humano no ha sido siempre muy feliz o tranquila. Ya al inicio de la historia cristiana, surgieron algunos cristianos, llamados gnósticos, que rechazaban el cuerpo humano y lo entendían como algo pecaminoso; y predicaron que la salvación es precisamente la huida de ese cuerpo humano a partir de un ánimo puramente espiritual. Sus posiciones teológicas han sido rechazadas por la comunidad cristiana, pero su actitud anti-corporal ha podido sobrevivir e infectar a otros a lo largo de la historia de la Iglesia en movimientos medievales, como los albigensianos e, incluso, en la actualidad en algunas sectas fundamentalistas. A decir verdad, se puede verificar esta actitud entre algunos católicos hoy. Para contrastar tal actitud, varios pensadores han intentado desarrollar una "teología del cuerpo", pero una visión cristiana y completamente convincente del cuerpo queda como una tarea pendiente.
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