DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo B Domingo 14 de enero 2024
LA PALABRA Y EL CUERPO
1 Sam 3, 3-10.19; Sal 39; 1 Cor 6, 13-15.17-20; Jn 1,35-42
Aunque la primera lectura de hoy cuenta la vocación profética de
Samuel, su protagonista verdadero es la Palabra de Dios. Samuel será el
mediador corporal que necesita esta Palabra para llegar a los seres humanos, ya
que ellos son esencialmente corporales. En el Evangelio, en cambio, la Palabra
no tiene que buscar a un mediador corporal porque, como hemos celebrado hace
algunos días en Navidad, se ha encarnado ella misma como un ser humano con un
cuerpo como el nuestro. Los discípulos llamados por esta Palabra encarnada
tienen que vivir su nueva vocación interiormente, meditando sobre ella y
también de manera corporal. San Pablo nos recuerda que también nosotros tenemos
que vivir nuestras vocaciones, sea aquella general y cristiana, sea aquella
particular de cada uno, de una manera corporal: "¡glorifiquen a Dios con
su cuerpo!" (v. 20).
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 65, 4
Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten himnos
en tu honor y alabanzas a tu nombre.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas los cielos y la tierra,
escucha con amor las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida
transcurran en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Habla, Señor, tu siervo escucha.
Del primer libro de Samuel: 3, 3-10. 19
En aquellos días, el joven Samuel servía en el templo a las órdenes del
sacerdote Elí. Una noche, estando Elí acostado en su habitación y Samuel en la
suya, dentro del santuario donde se encontraba el arca de Dios, el Señor llamó
a Samuel y éste respondió: "Aquí estoy". Fue corriendo a donde estaba
Elí y le dijo: "Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?". Respondió Elí:
"Yo no te he llamado. Vuelve a acostarte". Samuel se fue a acostar.
Volvió el Señor a llamarlo y él se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo:
"Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?". Respondió Elí: "No te he
llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte". Aún no conocía Samuel al Señor,
pues la palabra del Señor no le había sido revelada. Por tercera vez llamó el
Señor a Samuel; éste se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: ''Aquí
estoy. ¿Para qué me llamaste?".
Entonces comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven y dijo
a Samuel: "Ve a acostarte y si te llama alguien responde: 'Habla, Señor;
tu siervo te escucha' ". Y Samuel se fue a acostar.
De nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: "Samuel,
Samuel". Este respondió: "Habla, Señor; tu siervo te escucha".
Samuel creció y el Señor estaba con él. y todo lo que el Señor le decía, se
cumplía.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 39,2 y 4ab. 7-8a. 8b-9. 10.
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé en el Señor con gran confianza, él se inclinó hacia mí y escuchó
mis plegarias. Él me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios.
R/.
Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu
voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: "Aquí
estoy". R/.
En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que
deseo: tu ley en medio de mi corazón. R/.
He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios,
tú lo sabes, Señor. R/.
SEGUNDA LECTURA
Los cuerpos de ustedes son miembros de Cristo.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios:
6,13-15.17-20
Hermanos: El cuerpo no es para fornicar, sino para servir al Señor; y
el Señor, para santificar el cuerpo. Dios resucitó al Señor y nos resucitará
también a nosotros con su poder. ¿No saben ustedes que sus cuerpos son miembros
de Cristo? Y el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él. Huyan,
por lo tanto, de la fornicación. Cualquier otro pecado que cometa una persona,
queda fuera de su cuerpo; pero el que fornica, peca contra su propio cuerpo.
¿O es que no saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo,
que han recibido de Dios y habita en ustedes? No son ustedes sus propios
dueños, porque Dios los ha comprado a un precio muy caro. Glorifiquen, pues, a
Dios con el cuerpo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 1, 41. 17
R/. Aleluya, aleluya.
Hemos encontrado a Cristo, el Mesías. La gracia y la verdad nos han
llegado por él. R/.
EVANGELIO
Vieron dónde vivía y se quedaron con él.
Del santo Evangelio según san Juan: 1, 35-42
En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y
fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de
Dios". Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se
volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué
buscan?". Ellos le contestaron: "¿Dónde vives, Rabí?". (Rabí
significa "maestro"). Él les dijo: "Vengan a ver". Fueron,
pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de
la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que
Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés
fue a su hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías" (que
quiere decir "el Ungido"). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste,
fijando en él la mirada, le dijo: "Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te
llamarás Kefás" (que significa Pedro, es decir, 'roca'). Palabra del
Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino
no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede
del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa,
católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los
pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos al Señor y pidámosle que escuche compasivamente
nuestras plegarias:
Por la santa Iglesia de Dios, para que Dios, nuestro Señor, le conceda
la paz y la unidad y la proteja en todo el mundo, roguemos al Señor.
Por los gobernantes de nuestra patria y de todas las naciones, para que
Dios, nuestro Señor, dirija sus pensamientos y decisiones hacia una paz
verdadera, roguemos al Señor.
Por los que están en camino de conversión y por los que se preparan a
recibir el bautismo, para que Dios, nuestro Señor, les abra la puerta de la
misericordia y les dé parte en la vida nueva de Cristo Jesús, roguemos al
Señor.
Por nuestros familiares y amigos que no están ahora aquí con nosotros,
para que Dios, nuestro Señor, escuche sus oraciones y lleve a la realidad sus
deseos, roguemos al Señor.
Dios nuestro, que muestras los signos de tu presencia en la Iglesia, en
nuestra asamblea y en todos los hermanos, escucha las oraciones de esta familia
tuya y no permitas que nunca dejemos de estar atentos a ninguno de los signos
que nos ofreces para manifestar tu plan de salvación, a fin de que nos
convirtamos en apóstoles y profetas de tu reino. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, participar dignamente en estos misterios, porque
cada vez que se celebra el memorial de este sacrificio, se realiza la obra de
nuestra redención. Por Jesucristo nuestro Señor.
PREFACIO
El Misterio Pascual y el Pueblo de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación
darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro. Quien, por su Misterio
Pascual, realizó la obra maravillosa de llamamos de la esclavitud del pecado y
de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación
consagrada, pueblo de tu propiedad, para que, trasladados por ti de las
tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas. Por eso
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos
sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 22, 5
Para mí, Señor, has preparado la mesa y has llenado mi copa hasta los
bordes.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que, saciados con el
pan del cielo, vivamos siempre unidos en tu amor. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
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