jueves, 18 de enero de 2024

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20240121

 

En el medievo, cuando la Iglesia católica estaba discerniendo sobre el número de los sacramentos cristianos, algunos teólogos propusieron que la predicación fuera reconocida como un sacramento igual al bautismo y la eucaristía. Resultó que la predicación no se numeró entre los sacramentos, pero la propuesta de dichos teólogos evidenció el lugar eminente que la predicación tenía en esos siglos. Todavía hoy es importante y todavía hoy, como es verdad en el caso de los sacramentos, la gracia de Dios es necesaria para que la predicación sea efectiva. El predicador debe cooperar con la gracia, esforzándose seriamente para estudiar las Escrituras y explicarlas a su pueblo creativamente. Así mismo, el pueblo debe cooperar con la gracia, esforzándose seriamente para acoger el mensaje del predicador con corazones y mentes abiertos. ¿Quién sabe? ¡Puede ser que la predicación logre hacer milagros en nuestros días!

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