martes, 23 de enero de 2024

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20240128

 



«Se hallaba en la sinagoga un hombre poseído... ¿Quién es el que dice: qué hay entre ti y nosotros? Es uno solo y habla en nombre de muchos. Por ser él vencido, comprendió que habían sido vencidos también sus compañeros: y comenzó a gritar. Comenzó a gritar como quien está inmerso en el dolor, como quien no puede soportar la flagelación. Y comenzó a gritar, diciendo: ¿qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Inmerso en los tormentos y manifestando con sus gritos la magnitud de los mismos, no pone, sin embargo, fin a sus mentiras. Se ve obligado a decir la verdad, le obligan los tormentos, pero se lo impide la malicia. Qué hay entre ti y nosotros... ¿Por qué no confiesas que es el Hijo de Dios? ¿Te atormenta el Nazareno y no el Hijo de Dios? ¿Sientes sus castigos y no confiesas su nombre? Esto respecto a Jesús Nazareno. ¿Has venido a perdernos? Es cierto esto que dices: Has venido a perdernos. Sé quién eres. Veamos lo que añades: el Santo de Dios. ¿No fue Moisés el santo de Dios? ¿No lo fue Isaías? ¿No lo fue Jeremías? Antes, dice el Señor, de que nacieras, en el seno materno te santifiqué. Esto se le dice a Jeremías y ¿no fue el santo de Dios? Luego ni siquiera quienes fueron santos lo fueron. Pero ¿por qué no les dices a cada uno de ellos: sé quién eres, el Santo de Dios? ¡0h, qué mente tan perversa: inmerso en la tortura y los tormentos, a pesar de conocer la verdad, no quiere confesarla! Sé quién eres, el Santo de Dios. No digas el Santo de Dios, sino el Dios santo. Finges saber quién es, pero no lo sabes. Porque una de dos: o lo sabes e hipócritamente te lo callas, o simplemente no lo sabes. Pues él no es el Santo de Dios, sino el Dios santo» (San Jerónimo [342-420]. Evangelio de san Marcos 1,21-28).

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