LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Domingo 31 de mayo 2015
EL PUEBLO DEL DIOS CERCANO
Deut 4, 32-34. 39-40; Rom 8,14-17, Mt 28, 16-20
Moisés y Jesús aparecen al comienzo y al final de la liturgia de la
Palabra. Moisés invita a su pueblo a sumarse libre y voluntariamente al pacto
de alianza que Dios les propone. El Señor no es un legislador autoritario que
imponga mandamientos y restricciones de manera arbitraria. Con obras y palabras
indisolublemente ligadas, con signos que traslucen su amor ha acompañado el
peregrinar de su pueblo. Su amigable presencia se vuelve creíble, su palabra
suscita confianza en medio de su pueblo. La misma pedagogía es la que propone
el Señor Jesús a sus apóstoles; tendrán que hacer discípulos de manera
congruente, enseñándoles a vivir como Jesús vivió. Esa comunidad de discípulos
y bautizados fieles a los valores del Reino, provocará admiración y suscitará
adhesiones, porque aprendieron a vivir como su Señor: revestidos de la
autoridad moral conseguida a través de la fidelidad obediente al Padre.
ANTÍFONA DE ENTRADA
Bendito sea Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque ha tenido
misericordia con nosotros.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios Padre, que al enviar al mundo la Palabra de verdad y el Espíritu
santificador, revelaste a todos los hombres tu misterio admirable, concédenos
que, profesando la fe verdadera, reconozcamos la gloria de la eterna Trinidad y
adoremos la Unidad de su majestad omnipotente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera lectura
Monición.- En la primera lectura el Señor se revela como el único y
verdadero Dios y que con nadie se le puede comparar. El texto pretende reforzar
nuestra fe y evitar cualquier tentación de idolatría.
Del libro del Deuteronomio: 4, 32-34. 39-40
En aquellos días, habló Moisés al pueblo y le dijo: "Pregunta a
los tiempos pasados, investiga desde el día en que Dios creó al hombre sobre la
tierra. ¿Hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, una cosa tan grande
como ésta? ¿Se oyó algo semejante? ¿Qué pueblo ha oído, sin perecer, que Dios
le hable desde el fuego, como tú lo has oído? ¿Hubo algún dios que haya ido a
buscarse un pueblo en medio de otro pueblo, a fuerza de pruebas, de milagros y
de guerras, con mano fuerte y brazo poderoso? ¿Hubo acaso hechos tan grandes
como los que, ante sus propios ojos, hizo por ustedes en Egipto el Señor su
Dios?
Reconoce, pues, y graba hoy en tu corazón que el Señor es el Dios del
cielo y de la tierra y que no hay otro. Cumple sus leyes y mandamientos, que yo
te prescribo hoy, para que seas feliz tú y tu descendencia, y para que vivas
muchos años en la tierra que el Señor, tu Dios, te da para siempre". Palabra
de Dios. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial
Del salmo 32, 4-5. 6.9. 18-19.20.22
R/. Dichoso el pueblo escogido por Dios.
Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. Él ama
la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R/.
La palabra del Señor hizo los cielos y su aliento, los astros; pues el
Señor habló y fue hecho todo; lo mandó con su voz y surgió el orbe. R/.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los
salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida. R/.
En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro
amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos
confiado. R/.
Segunda lectura
Monición.- San Pablo, en la segunda lectura nos dice que si nos dejamos
guiar por el Espíritu, somos hijos de Dios, y podemos dirigirnos a Él con la
misma confianza e intimidad de Jesús.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8,14-17
Hermanos: Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son
hijos de Dios. No han recibido ustedes un espíritu de esclavos, que los haga
temer de nuevo, sino un espíritu de hijos, en virtud del cual podemos llamar
Padre a Dios.
El mismo Espíritu Santo, a una con nuestro propio espíritu, da
testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también
herederos de Dios y coherederos con Cristo, puesto que sufrimos con él para ser
glorificados junto con él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Cfr. Apoc 1, 8
R/. Aleluya, aleluya.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Al Dios que es, que era
y que vendrá. R/.
Evangelio
Monición.- Jesús en el evangelio declara que le fue dado por el Padre
poder universal y deja a la Iglesia un mandamiento en tres partes: enseñen,
bauticen y den testimonio.
Del santo Evangelio según san Mateo: 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al
monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque
algunos titubeaban.
Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: "Me ha sido dado
todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré
con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, a Dios, Padre entrañable, que por Jesucristo nos ha
revelado su amor y que escucha complacido los gemidos inefables con que el
Espíritu intercede por nosotros respondiendo: Santísima Trinidad, escúchanos.
(R/. Santísima Trinidad, escúchanos.)
Para que Dios Padre, Creador todopoderoso del Universo, lleve el mundo
a su plenitud y haga nacer aquel cielo nuevo y aquella tierra nueva que nos ha
prometido, en la que la humanidad entera encontrará la felicidad y podrá
contemplar su rostro glorioso, roguemos al Señor.
Para que el Hijo Unigénito de Dios, que se hizo hombre para desposarse
con la Iglesia, infunda en ella un amor semejante al suyo, como corresponde a
su condición de esposa amada, roguemos al Señor.
Para que el Espíritu del Señor, que enriquece al mundo con sus dones,
sea padre para los pobres, consuelo para los tristes, salud para los enfermos y
fuerza para los decaídos, roguemos al Señor.
Para que los que conocemos el misterio de la vida íntima de Dios, uno
en tres Personas, tengamos celo para anunciarlo a quienes lo desconocen, a fin
de que también ellos encuentren gozo y descanso en Dios, que se nos ha revelado
como Padre, Hijo y Espíritu Santo, roguemos al Señor.
Dios altísimo, que has querido que en las aguas del bautismo llegáramos
a ser hijos en tu Hijo único, escucha al Espíritu que nos hace clamar:
"Padre", y haz que, obedientes al mandato de tu Hijo, seamos
anunciadores de la salvación que ofreces a todos los pueblos. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Por la invocación de tu nombre, santifica, Señor, estos dones que te
presentamos y transfórmanos por ellos en una continua oblación a ti. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El misterio de la Santísima Trinidad.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno. Que con tu Hijo único y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, un solo
Señor, no en la singularidad de una sola persona, sino en la trinidad de una
sola sustancia. Y lo que creemos de tu gloria, porque tú lo revelaste, eso mismo
lo afirmamos de tu Hijo y también del Espíritu Santo, sin diferencia ni
distinción. De modo que al proclamar nuestra fe en la verdadera y eterna
divinidad, adoramos a tres personas distintas, en la unidad de un solo ser e
iguales en su majestad. A quien alaban los ángeles y los arcángeles, y todos
los coros celestiales, que no cesan de aclamarte con una sola voz: Santo,
Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Gál 4, 6
Porque ustedes son hijos de Dios, Dios infundió en sus corazones el
Espíritu de su Hijo, que clama: Abbá, Padre.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la recepción de este sacramento y nuestra profesión de fe en la
Trinidad santa y eterna, y en su Unidad indivisible, nos aprovechen, Señor,
Dios nuestro, para la salvación de cuerpo y alma. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- El argumento central que Moisés
expone ante sus hermanos que están a punto de entrar en la tierra prometida es
objeto de fe y no de comprobaciones empíricas. Moisés ha sabido deletrear la
presencia de Dios en los acontecimientos de un grupo de esclavos fugitivos de
la brutalidad del faraón. Desde la mirada pragmática de quienes solo cuentan
pesos y medidas no queda rastro de la presencia de Dios en la historia; según
ellos los hilos de historia son movidos por líderes políticos, dueños del poder
económico y sabiondos doctores. La gente que ha captado con delicada sencillez
el rumor de palabras con que Dios acompaña a su pueblo, no se deja arrancar esa
certeza. Dios vive al lado de sus criaturas, no es un testigo imparcial que ve
mirar el tren de la historia que pasa a lo lejos. Dios va montado en los
vagones y se queja cuando se queja el obrero de salario mínimo que no sabe si
viajar o comer, porque no puede estirar más su exiguo salario.
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