DOMINGO IV DE ADVIENTO Ciclo C
Domingo 20 de diciembre 2015
EL MENSAJE SE CUMPLIRÁ
Los israelitas que modelaron su vida conforme a las enseñanzas de la
Torah y que se mantenían fieles a la alianza, eran personas justas que habían
asimilado las esperanzas y promesas que Dios había comunicado por mediación de
profetas como Miqueas o Isaías. El nombre de Belén estaba asociado con la
persona del más amado de los reyes de Israel, David. No se podía comprender la
salvación sin la figura de un soberano justo y sabio, ocupado de la paz y la
tranquilidad de su pueblo. Todo eso sonaba como un eco en el corazón de María,
cuando recibió el anuncio del ángel. Convencida que Dios la había honrado con
aquella maternidad que daría un salvador a Israel, se dispuso a arriesgar su
vida y su reputación. No era fácil ser madre, sin estar unida al marido
prometido, en aquella sociedad androcéntrica y patriarcal.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 45, 8
Cielos, destilen el rocío; nubes, lluevan la salvación; que la tierra se
abra y germine el salvador.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Te pedirnos, Señor, que infundas tu gracia en nuestros corazones, para
que, habiendo conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación de tu Hijo,
lleguemos, por medio de su pasión y de su cruz, a la gloria de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
De ti saldrá el jefe de Israel.
Del libro del profeta Miqueas: 5, 1-4
Esto dice el Señor: "De ti, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas
de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel, cuyos orígenes se remontan a tiempos
pasados, a los días más antiguos. Por eso, el Señor abandonará a Israel,
mientras no dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos
se unirá a los hijos de Israel. Él se levantará para pastorear a su pueblo con
la fuerza y la majestad del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque
la grandeza del que ha de nacer llenará la tierra y él mismo será la paz".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 79, 2ac.3c. 15-16. 18-19
R/ Muéstranos tu favor y sálvanos.
Escúchanos, pastor de Israel; tú que estás rodeado de querubines,
manifiéstate; despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.
Señor, Dios de los ejércitos, vuelve tus ojos, mira tú viña y visítala;
protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que tú mismo cultivaste. R/.
Que tu diestra defienda al que elegiste, al hombre que has fortalecido.
Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida y alabaremos tu poder. R/.
SEGUNDA LECTURA
Aquí estoy, Dios mío, para hacer tu voluntad.
De la carta a los hebreos: 10, 5-10
Hermanos: Al entrar al mundo, Cristo dijo, conforme al salmo: No
quisiste víctimas ni ofrendas; en cambio, me has dado un cuerpo. No te
agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado; entonces dije
—porque a mí se refiere la Escritura—: "Aquí estoy, Dios mío; vengo para
hacer tu voluntad". Comienza por decir: "No quisiste víctimas ni
ofrendas, no te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el
pecado" —siendo así que eso es lo que pedía la ley—; y luego añade:
"Aquí estoy, Dios mío; vengo para hacer tu voluntad".
Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para establecer el
nuevo. Y en virtud de esta voluntad, todos quedamos santificados por la ofrenda
del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez por todas. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Lc 1 , 38
R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho. R/.
EVANGELIO
¿Quién soy para que la madre de mi Señor venga a verme?
Del santo Evangelio según san Lucas: 1, 39-45
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las
montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto
ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz,
exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu
saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has
creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor". Palabra
del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día,
según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no
tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del
Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa,
católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los
pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pidamos, hermanos, el auxilio del Señor, para que, apiadado del pobre y
del oprimido, venga a salvar al mundo de sus males: Digamos confiadamente: (R/.
Ven Señor Jesús.)
Para que todos los fieles se dispongan a recibir a Cristo como lo
recibió María y como ella conserven sus palabras en el corazón, roguemos al
Señor.
Para que aquellos hermanos nuestros que han abandonado las prácticas
cristianas pero acudirán a la iglesia en las próximas fiestas de Navidad
descubran la buena noticia del Evangelio, no como un rayo fugaz en la noche,
sino como luz permanente que ilumina y alegra toda la vida, roguemos al Señor.
Para que las fiestas del nacimiento del Señor, alejen las tinieblas de
quienes viven sumergidos en dudas e incertidumbres y colmen los deseos de
quienes se sienten descorazonados y tristes, roguemos al Señor.
Para que el nacimiento de Cristo nos ayude a renunciar a los deseos
mundanos y a vivir sobria y honradamente, esperando la aparición definitiva del
Señor, roguemos al Señor.
Dios nuestro, que elegiste como templo de tu permanencia a María, la
humilde hija de Israel, escucha nuestras plegarias y concédenos vivir siempre
plenamente adheridos a tu voluntad, imitando la obediencia del Verbo, que vino
al mundo a cumplir las Escrituras. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que santifique, Señor, estos dones, colocados en tu altar, el mismo
Espíritu que fecundó con su poder el seno de la bienaventurada Virgen María.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO de Adviento II
La doble espera de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte
gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo nuestro Señor. A quien todos los profetas anunciaron y la
Virgen esperó con inefable amor de madre; Juan lo proclamó ya próximo y lo
señaló después entre los hombres. Él es quien nos concede ahora preparamos con
alegría al misterio de su nacimiento, para encontramos así cuando llegue,
velando en oración y cantando su alabanza. Por eso, con los ángeles y los
arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu
gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Is 7, 14
Miren: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien le pondrá el
nombre de Emmanuel.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido esta prenda de redención eterna, te rogamos, Dios
todopoderoso, que, cuanto más se acerca el día de la festividad que nos trae la
salvación, con tanto mayor fervor nos apresuremos a celebrar dignamente el
misterio del nacimiento de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los
siglos.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Cuando se agrava la situación de
crisis nacional tanto por la inseguridad, la inequidad social como por la
ilegalidad y la corrupción, resulta incomprensible que los políticos de todos
los partidos, reaccionen con tanto cinismo e indiferencia ante los graves
problemas que enfrentamos. Los problemas pueden esperar, finalmente ellos
siguen disponiendo de enormes privilegios. Se exhiben de cuerpo entero, como
ávidos de los beneficios del poder e insensibles ante los reclamos de los
gobernados. Están a años luz de la profecía de Miqueas que profetiza la llegada
de un gobernante que dará seguridad al pueblo. La esperanza permanente que
Israel no se dejó arrebatar era que llegaría un gobernante justo y recto que
renovaría la sociedad. Nosotros no esperamos figuras mesiánicas que regeneren
nuestras instituciones políticas. Sin embargo, en esta sociedad que aspira a
vivir en democracia, los ideales del buen gobernante siguen siendo referentes
para que los cristianos que participan profesionalmente en la política, sirvan
al pueblo como Dios manda.
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