sábado, 27 de julio de 2019

20190728 UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO





Algún pensador cristiano contemporáneo ha llamado la atención sobre el riesgo de terminar convirtiendo la misericordia de Dios en una "caricatura grotesca". No conviene ofrecer una "gracia barata", es decir, una oferta de perdón sin exigencias ni compromisos. El Dios que perdona, tal como nos recuerda la oración del Padre Nuestro es el mismo que nos anima y exige ofrecer el perdona cuantos nos ofenden. Sin embargo, esa oferta libre y voluntaria de perdón, no nos exime de restablecer la justicia, de reparar el daño a las víctimas de nuestra injusticia. Un país lastimado hasta la médula por tantos homicidios está urgido de una espiritualidad de la reconciliación y de unas instituciones que aseguren justicia y no más impunidad. La impunidad repartida desde arriba es una forma de "gracia barata" que termina socavando la confianza ciudadana y desmoronando la necesaria cohesión social.

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