Contemplativos en la acción. Dispuestos a traducir la fe en
obras. Marta* encarna el necesario valor del servicio y la laboriosidad. El
primer gesto del amor es el servicio. Sin embargo, el amor no germina donde no
hay fe. La fe nace de la escucha de la palabra. María encarna al discípulo
obediente que sabe escuchar a su Señor. No puede eternizarse el aprendiz de
discípulo en la escucha y el aprendizaje de los contenidos de la fe. Es
necesario que la fe madure y se convierta en esperanza perseverante y en amor
servicial. El que ha sido evangelizado y catequizado, tiene que evangelizar y
tiene que servir a los demás. En medio de tantas situaciones de carencia que
padecen numerosas personas, podemos escuchar el discreto llamado del Señor a
servirle en los hermanos. Dos aprendizajes son indispensables: aprender a leer
la palabra escrita en la Biblia y aprender a deletrear la llamada a la acción
que Dios nos hace por medio de los acontecimientos.
*Cfr. Lc 10, 38-42
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