sábado, 28 de diciembre de 2019

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20191229


 La familia es el espacio indispensable para formarnos como personas. Nadie nace sabiendo convivir con los demás, tampoco traemos asimilados un manojo de valores y actitudes. Lo que somos y amamos lo vamos asimilando a través de lo que nuestros padres hacen y dicen. En un momento de la vida somos beneficiarios de la función ejemplar que cumplen nuestros padres; llegada la hora nos toca introducir a nuestros hijos al mundo futuro, cumpliendo a la vez una tarea de modelaje. La familia de Nazaret vivía en armoniosa relación. Esta conclusión no es algo gratuito. La entereza con la cual María enfrenta la existencia libre de su hijo Jesús, las adversidades que padeció al acompañarlo en el camino de la cruz así lo documentan. Jesús mismo, vivió como un hijo obediente al Padre y aprendió a entregar su vida sin resentimiento alguno. Esa capacidad extraordinaria de darse a los demás se fue moldeando en el día a día de su vida en Nazaret
  

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