jueves, 9 de enero de 2020

EL BAUTISMO DEL SEÑOR




Evangelio según San Mateo 3,13-17

En aquel tiempo, Jesús llegó de Galilea al río Jordán y le pidió a Juan que lo bautizara. Pero Juan se resistía, diciendo: "Yo soy quien debe ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que yo te bautice?", Jesús le respondió: "Haz ahora lo que te digo, porque es necesario que así cumplamos todo lo que Dios quiere. Entonces Juan accedió a bautizarlo". Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que descendía sobre él en forma de paloma, y se oyó una voz que decía desde el cielo: "Este es mi hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias"
Palabra del Señor.

Comentario sobre el texto:

Después de la "desaparición" de Juan de la escena (13,1), Jesús, desde Nazareth, donde había pasado su infancia y la primera juventud (Mt 12,23), se dirige al río Jordán. Como buen israelita está atento a los movimientos religiosos auténticos que surgen entre el pueblo. Muestra aprobar la obra de Juan y decide recibir el bautismo con agua, no ciertamente para ser perdonado de los pecados, sino para unirse y compartir plenamente las esperanzas y expectativas de todos los hombres y mujeres. No es la humanidad la que va a Él, sino que es Él el que va hacia ella, según la lógica de la encarnación.

Mateo 13,14-15: diálogo de Juan con Jesús El intento de Juan de impedir el bautismo de Jesús es el reconocimiento de la diversidad entre los dos y el conocimiento del nuevo (la Nueva Alianza) que entra en escena. El comportamiento de Jesús es el de someterse al plan salvífico de Dios (así cumplimos toda justicia), respetando el modo (en la humildad -kenosis) y los tiempos (la hora -kairos).

Mateo 13,16-17: La entrada de Jesús en las aguas prefigura su bajada a los infiernos y se realiza la palabra del salmista (Sal 74, 13-14), Él aplasta la cabeza del enemigo. El Bautismo no sólo prefigura, sino que inaugura y anticipa la derrota de Satanás y la liberación de Adán.

En la tradición de la Iglesia griega, el Bautismo de Jesús es la fiesta más importante en las celebraciones navideñas. El 6 de enero se festeja en conjunto: Bautismo, nacimiento, visita de los Magos, bodas de Cana como una sola realidad. Más que del desarrollo histórico de la vida de Jesús se tiene en cuenta su relevancia teológica-salvífica. El interés no se centra en el aspecto sentimental, sino en la manifestación histórica de Dios y su ser reconocido como Señor.

Cirilo de Jerusalén afirma que Jesús confiere a las aguas del Bautismo el "color de su divinidad" (III catequesis mistagógica, 1). Gregorio de Nissa escribe que la creación de este mundo y la creación espiritual, un tiempo enemigas, se reúnen en la amistad, y nosotros humanos, hacemos un solo coro con los ángeles, participamos en sus alabanzas (PG 46,599). A la bajada a las aguas corresponde la bajada en las entrañas de la tierra simbolizada en el nacimiento en la cueva. Las aguas destructoras se convierten en aguas de salvación para los justos.

Las lecturas vetero testamentarias en la liturgia de las Vísperas recuerdan las aguas que salvan: el Espíritu aletea sobre las aguas en la creación (Gen 1), las aguas del Nilo salvan a Moisés (Éx 2), las aguas se abren al paso del pueblo de Israel (Ex 14), las aguas de Mará se convierten en dulces (Éx 15), las aguas del Jordán se abren delante del Arca (Jos 3), las aguas del Jordán curan a Naamán el leproso (2Re 5), etc. Jesús, pues, transforma el agua en las bodas de Cana en vino (Jn 2) como señal de que la salvación ha llegado. En esta fiesta, en la liturgia oriental, existe la   tradición   de   bendecir   el   agua sumergiendo por tres veces la cruz (la triple inmersión bautismal) en un pozo o en un río. Se evoca al profeta Isaías: Alégrese el desierto y la tierra seca (Is 35,1-10), vosotros todos los sedientos venid a las aguas (Is 55,1- 13), recoged agua con gozo (Is 12,3-6).


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