Evangelio según San Mateo 3,13-17
En aquel tiempo, Jesús llegó de Galilea al río
Jordán y le pidió a Juan que lo bautizara. Pero Juan se resistía, diciendo:
"Yo soy quien debe ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que yo te
bautice?", Jesús le respondió: "Haz ahora lo que te digo, porque es
necesario que así cumplamos todo lo que Dios quiere. Entonces Juan accedió a
bautizarlo". Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le abrieron
los cielos y vio al Espíritu de Dios que descendía sobre él en forma de paloma,
y se oyó una voz que decía desde el cielo: "Este es mi hijo muy amado, en
quien tengo mis complacencias"
Palabra del Señor.
Comentario sobre el texto:
Después de la
"desaparición" de Juan de la escena (13,1), Jesús, desde Nazareth,
donde había pasado su infancia y la primera juventud (Mt 12,23), se dirige al
río Jordán. Como buen israelita está atento a los movimientos religiosos
auténticos que surgen entre el pueblo. Muestra aprobar la obra de Juan y decide
recibir el bautismo con agua, no ciertamente para ser perdonado de los pecados,
sino para unirse y compartir plenamente las esperanzas y expectativas de todos
los hombres y mujeres. No es la humanidad la que va a Él, sino que es Él el que
va hacia ella, según la lógica de la encarnación.
Mateo 13,14-15: diálogo de Juan
con Jesús El intento de Juan de impedir el bautismo de Jesús es el
reconocimiento de la diversidad entre los dos y el conocimiento del nuevo (la
Nueva Alianza) que entra en escena. El comportamiento de Jesús es el de
someterse al plan salvífico de Dios (así cumplimos toda justicia), respetando
el modo (en la humildad -kenosis) y los tiempos (la hora -kairos).
Mateo 13,16-17: La entrada de
Jesús en las aguas prefigura su bajada a los infiernos y se realiza la palabra
del salmista (Sal 74, 13-14), Él aplasta la cabeza del enemigo. El Bautismo no
sólo prefigura, sino que inaugura y anticipa la derrota de Satanás y la
liberación de Adán.
En la tradición de la Iglesia
griega, el Bautismo de Jesús es la fiesta más importante en las celebraciones navideñas. El 6 de enero se
festeja en conjunto: Bautismo, nacimiento, visita de los Magos, bodas de Cana
como una sola realidad. Más que del desarrollo histórico de la vida de Jesús se
tiene en cuenta su relevancia teológica-salvífica. El interés no se centra en
el aspecto sentimental, sino en la manifestación histórica de Dios y su ser
reconocido como Señor.
Cirilo de Jerusalén afirma que
Jesús confiere a las aguas del Bautismo el "color de su divinidad"
(III catequesis mistagógica, 1). Gregorio de Nissa escribe que la creación de
este mundo y la creación espiritual, un tiempo enemigas, se reúnen en la
amistad, y nosotros humanos, hacemos un solo coro con los ángeles, participamos
en sus alabanzas (PG 46,599). A la bajada a las aguas corresponde la bajada en
las entrañas de la tierra simbolizada en el nacimiento en la cueva. Las aguas
destructoras se convierten en aguas de salvación para los justos.
Las lecturas vetero
testamentarias en la liturgia de las Vísperas recuerdan las aguas que salvan:
el Espíritu aletea sobre las aguas en la creación (Gen 1), las aguas del Nilo
salvan a Moisés (Éx 2), las aguas se abren al paso del pueblo de Israel (Ex
14), las aguas de Mará se convierten en dulces (Éx 15), las aguas del Jordán se
abren delante del Arca (Jos 3), las aguas del Jordán curan a Naamán el leproso
(2Re 5), etc. Jesús, pues, transforma el agua en las bodas de Cana en vino (Jn
2) como señal de que la salvación ha llegado. En esta fiesta, en la liturgia
oriental, existe la tradición de
bendecir el agua sumergiendo por tres veces la cruz (la triple
inmersión bautismal) en un pozo o en un río. Se evoca al profeta Isaías:
Alégrese el desierto y la tierra seca (Is 35,1-10), vosotros todos los
sedientos venid a las aguas (Is 55,1- 13), recoged agua con gozo (Is 12,3-6).
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