viernes, 24 de enero de 2020

Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres




Evangelio según san Mateo (4,12-23)

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.
Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaúm, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló». Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino 'y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.


Reflexión

El Evangelio de este domingo relata los inicios de la vida pública de Jesús en las ciudades y en los poblados de Galilea. Su misión no parte de Jerusalén, es decir, del centro religioso, centro incluso social y político, sino que parte de una zona periférica, una zona despreciada por los judíos más observantes, con motivo de la presencia en esa región de diversas poblaciones extranjeras; por ello el profeta Isaías la indica como «Galilea de los gentiles».
Es una tierra de frontera, una zona de tránsito donde se encuentran personas de diversas razas, culturas y religiones. La Galilea se convierte así en el lugar simbólico para la apertura del Evangelio a todos los pueblos. Desde este punto de vista, Galilea se asemeja al mundo de hoy: presencia simultánea de diversas culturas necesidad de confrontación y necesidad de encuentro.
Partiendo de Galilea, Jesús nos enseña que nadie está excluido de la salvación de Dios, es más, que Dios prefiere partir de la periferia, de los últimos, para alcanzar a todos.
La salida de Jesús nace al tomar conocimiento del arresto de Juan, es decir, su sensibilidad lo moviliza y lo hace "salir". Y esto mismo ocurrió para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías. Los cinco nombres geográficos que cita· el profeta, señalan las regiones del norte de Galilea y de la Transjordania que fueron conquistadas por los asirios en el año 734 a. C. Las primeras palabras que predica Jesús serán el compendio de toda su misión, bien podríamos decir que en estas palabras encontramos un resumen de todas sus predicaciones: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca". Este reino ya está cerca, 'más aún, ya ha venido a nosotros, porque Jesús no anuncia un reino terreno, delimitado en el espacio y en el tiempo; anuncia que Dios es quien reina, que Dios es el Señor, y que su señorío está presente, es actual, y se está realizando.
Jesús comienza su misión no sólo desde un sitio descentrado o periférico, sino también con hombres que se catalogarían, así se puede decir, «de bajo perfil». Para elegir a sus primeros discípulos y futuros apóstoles, no se dirige a las escuelas de los escribas y doctores de la Ley, sino a las personas humildes y a las personas sencillas, que se preparan con diligencia para la venida del reino de Dios. Jesús va a llamarles allí donde trabajan, a orillas del lago: son pescadores. Se trata de la llamada a los primeros discípulos, los hermanos Simón y Andrés, y luego a los otros dos hermanos, Santiago y Juan. Les llama, y ellos le siguen, inmediatamente. Dejan las redes y van con Él: su vida se convertirá en una aventura extraordinaria y fascinante. Cuando estos se encuentran justo en medio de su trabajo, oyen la llamada de Jesús y no dudan un solo momento; no dicen. «Déjanos regresar a casa para hablar con nuestra familia». Cuando aún no habían visto ningún milagro, creyeron en una promesa tan grande y renunciaron a todo para seguirle.
Pensemos que en este momento Jesús no era conocido del modo en que lo será más tarde con sus predicaciones y/o milagros. Experimentaron la fascinación de la luz secreta que emanaba de Él, y sin demora la siguieron para iluminar con su fulgor el camino de su vida. Esta es la luz a la que se refiere el profeta Isaías, y que el evangelista introduce en este evangelio.

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