«Queriendo el Señor conducir a
sus discípulos a la fe perfecta, dijo en el evangelio: El que no es honrado en
lo menudo... ¿Qué es lo menudo? ¿Qué es lo importante? Lo menudo son los
bienes de esta vida, que él prometió dar a los que creen en él, tales como el
sustento, el vestido y otros subsidios corporales, como la salud y cosas por el
estilo, ordenándonos taxativamente que no andemos agobiados por estas cosas,
sino que esperemos confiadamente en él, pues Dios es la providencia de quienes
a él se acogen, providencia segura y total. Lo importante son los dones de la
vida eterna e incorruptible, que él pro- metió conceder a cuantos crean en él y
a los que continuamente están pendientes de estas cosas y a él acuden en su
demanda, porque así está ordenado: Ustedes... lo demás se os dará por
añadidura. En estas cosas menudas y temporales se demostrará si uno cree en Dios,
que prometió concedérnoslas, a condición sin embargo de que no andemos
agobiados por tales cosas, sino que únicamente nos preocupemos de las
realidades futuras y eternas. y quedará perfectamente asentado que uno cree en
los bienes incorruptibles y busca de verdad los bienes eternos si conserva una
fe sana en dichos bienes. En efecto, cada uno de los que aceptaron la palabra
de verdad debe probarse a sí mismo y examinarse, o ser examinado y probado por
maestros del espíritu, cuáles son las razones de su fe y cuáles las
motivaciones de su entrega a Dios: debe sopesar si cree realmente y de verdad
apoyado en la palabra de Dios, o si cree más bien inducido por la opinión que
él se ha formado sobre la justificación y la fe» (Autor del siglo IV. Homilía
48, 1-6).
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