La vida cristiana no es ni estática, ni monolítica. No se
queda de la misma forma a lo largo de las etapas de nuestra existencia en la
Tierra. Puede ser que algunos la empiecen como cristianos por nacimiento. Luego
se les presentan retos -la muerte de un ser querido, plegarias que no parecen
escuchadas, dudas acerca de la existencia de Dios- y tienen que decidir si van
a profundizar su fe o abandonarla. Puede ser que otros que la han abandonado,
se den cuenta del tesoro que han perdido y resuelvan creer más auténticamente.
Hay temporadas, niveles y ciclos de la fe cristiana. Tenemos que reconocer esta
verdad, responder a los cambios a los que Dios nos invita, abstenernos de
criticar a los demás por estar en una etapa diferente de la nuestra, y nunca
perder de vista la meta, la unión con Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario