«De lejos penetras mis
pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son
familiares. ¿Qué significa de lejos? Mientras todavía estoy en camino, antes de
llegar a la patria, tú penetras mis pensamientos. Espera a aquel hijo menor,
pues también él se ha convertido en cuerpo de Cristo, Iglesia procedente de la
gentilidad. Y es que el hijo menor había emigrado a un país lejano. Porque
había un hombre que tenía dos hijos: el mayor no había ido lejos, sino que
trabajaba en el campo, y simboliza a los santos que, en tiempo de la ley,
cumplían las obras y preceptos de la ley. En cambio, el género humano, que
había derivado hacia el culto a los ídolos había emigrado a un país lejano.
¿Qué más lejano de aquel que te hizo, que la hechura que tú mismo te hiciste?
Así pues, el hijo menor emigró a un país lejano, llevando consigo toda su
fortuna y, según nos informa el evangelio, la derrochó viviendo de forma
disoluta. Y empezó a pasar necesidad, fue y se ajustó con un hombre de esa
región, quien lo mandó a cuidar cerdos. Le daban ganas de llenarse el estómago
de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Después de
tanto trabajo, estrechez, tribulación y necesidad, se acordó de su padre, y
decidió volver a casa. Se dijo: Me pondré en camino adonde está mi padre.
Reconoce ahora su voz que dice; me conoces cuando me siento o me levanto. Me
senté en la indigencia, me levanté por el deseo de tu pan. De lejos penetras
mis pensamientos. Por eso dice el Señor en el evangelio que el padre echó a
correr al encuentro del hijo que regresaba» (Agustín [354-430]. Comentario al
Salmo 138, 5-6).
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