viernes, 30 de septiembre de 2022

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20221002

 

A lo largo de los siglos, muchos cristianos han intentado comprender a Dios comparándolo con personajes de la vida cotidiana. Por ejemplo, los antiguos pintaban a Dios como un patrón en el sistema de patronazgo, que era común en sus días: somos los clientes en ese sistema, siempre dispuestos a hacer todo lo que nos pidiera nuestro patrón, Dios. A cambio de nuestro servicio, el Patrón divino es obligado a darnos favores. En nuestros días, no es raro comparar a Dios con un comerciante en un mercado: somos los consumidores que pagan el precio, asistiendo a la misa y siguiendo fielmente los diez mandamientos; a cambio de nuestro salario; Dios es obligado a llenarnos con sus bendiciones. Pero Dios no está obligado a hacer nada y nosotros no podemos reclamar nada de él. Con Dios, todo es gratuidad. ¡Cuidado con las comparaciones!

No hay comentarios:

Publicar un comentario