viernes, 9 de diciembre de 2022

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20221211

 


 «Hermanos, aunque yo no os hable de ello, el tiempo nos basta para damos cuenta de que está cerca el aniversario de la Natividad de Cristo, nuestro Señor. La misma creación expresa la inminencia de un acontecimiento en que todo quede restablecido de la mejor manera. También ella desea con impaciencia ver cómo se iluminan sus tinieblas con el resplandor de un sol más brillante que el sol ordinario. Esta espera de la creación a que se renueve su ciclo anual nos invita a esperar el nacimiento del nuevo sol, que es Cristo, que ilumina las tinieblas de nuestros pecados. El sol de justicia (MI 3,20), que aparecerá con toda su fuerza, disipará la oscuridad de nuestros pecados que ha durado tanto tiempo. Él no soporta que el curso de nuestra vida se vea ahogado por las tinieblas de la existencia; quiere dilatarla con su poder. Así que, de la misma manera que en estos días de solsticio, la creación difunde más ampliamente su luz, despleguemos también nuestra justicia. De la misma manera que la claridad de este día es un bien común a pobres y ricos, que nuestra generosidad se extienda tanto a los viajeros como a los pobres.                                                                                El mundo, en este tiempo restringe la duración de las tinieblas; y nosotros acortemos las sombras de nuestra avaricia [ ...] Que se desbarate todo hielo en nuestros corazones; que crezca la semilla de la justicia, calentada por los rayos del Salvador. Hermanos, preparémonos, pues, a acoger el día del nacimiento del Señor adornados con vestidos resplandecientes de blancura. Hablo de los que visten el alma, no el cuerpo. El vestido que cubre nuestro cuerpo es una túnica sin importancia» (San Máximo de Turín [finales siglo IV-465]. Sermón 61 l.

 

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