domingo, 31 de diciembre de 2023

SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS Lunes 1° de enero de 2024


Maternidad divina de María
 

Son múltiples los aspectos que contiene este día, dentro del tiempo navideño en que celebramos el misterio de la encarnación del Hijo de Dios: octava de Navidad, circuncisión y nombre de Jesús, maternidad divina de María, jornada mundial de la paz y comienzo de un nuevo año… La maternidad divina de María es, sin embargo, la idea más relevante de este día litúrgico, como se destaca en las oraciones de la misa y, sobre todo, en la segunda lectura: «Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer». Esta solemnidad celebra la parte que ella tuvo en el misterio de la salvación y exalta la singular dignidad de que goza la Madre santa, por la cual merecimos recibir al «Autor de la vida» … Con el concilio de Éfeso (año 431) confesamos, por eso, que María es la «Madre de Dios», por ser ella quien dio la naturaleza humana a Cristo Jesús.
La aceptación de la maternidad divina por parte de María es, ante todo, un acto de fe y de obediencia libres por las que coopera activamente –y no como un instrumento meramente pasivo– a la salvación de los hombres. Por eso Isabel la llama «dichosa», porque ha creído a la palabra de Dios con su afortunado «hágase en mi según tu palabra» … San Agustín acentúa la relación existente entre la fe de María y su maternidad divina, subrayando que ella concibió a Cristo por la fe en su alma antes que en su cuerpo, de suerte que más mérito y dicha es para ella el haber sido discípula de Cristo, cumpliendo la voluntad del Padre, que el haber sido madre de Jesús (Cfr. LG 53. 56).
La maternidad divina es la razón básica de la dignidad sin igual de María y la clave de toda otra grandeza… En María se realizó el hecho más sorprendente de toda la historia humana: el encuentro de Dios con el hombre. Encuentro tan personal que la Palabra eterna –el Hijo del Padre– se hace humano en María y se encarna en nuestra raza. Creer en la humanización de Dios es creer en la «divinización» del hombre, pues el Hijo de Dios se hace hombre para que éste se convierta en hijo de Dios. La maternidad de María es, así, el puente que une las dos orillas. Por eso y, con razón, la bendecirán todas las generaciones.
 


MONICIONES
 
ENTRADA: A ocho días de la Navidad, como comunidad llena de esperanza, recibimos un nuevo año reunidos en torno al altar de Dios. En esta santa Eucaristía nuestra atención se centra en el misterio de la maternidad divina de Nuestra Señora… Bajo su protección, recordamos hoy, además, la Jornada mundial de la paz, pidiendo que este gran don que Cristo nos vino a traer se haga realidad en toda la tierra.
 
1ª. LECTURA: [Núm 6, 22-27] Evocar la muy tradicional bendición con la que los sacerdotes bendecían al pueblo, tiene una importancia particular en este primer día del año… ¡Recibámosla también nosotros –llenos de fe– encomendándonos a la Providencia divina!
 
2ª. LECTURA: [Gal 4, 4-7] Escribiendo a los Gálatas, san Pablo pone de relieve el papel fundamental de Cristo en nuestra historia… Él –el nacido de «una Mujer» que es, además, nuestra Madre– nos ha liberado de la esclavitud del pecado.
 
EVANGELIO: [Lc 2, 16-21] El evangelio nos relata la forma de proceder de la familia de Nazaret, siempre fiel a los deberes que la Ley de Moisés exigía… María es presentada aquí como alguien que se abre con fe al plan de Dios, lo medita y lo pone en práctica.
 
OFRENDAS: Al iniciar este nuevo año con ánimo renovado, llevemos al altar nuestros humildes dones… ¡Que la firme confianza en nuestro Padre del cielo nos lleve a ocuparnos más y más de los necesitados!
 
COMUNIÓN: Sin la fuerza que viene de lo alto, no podremos hacer realidad nuestros buenos propósitos… ¡Que el primero de ellos sea recibir digna y frecuentemente –especialmente los
domingos– la Santa Comunión!
 
DESPEDIDA: Pidamos a nuestra Señora la gracia de vivir cumpliendo en todo la voluntad de su Hijo… ¡Comencemos este año que el Señor nos regala, con la confianza puesta en la
Divina Providencia!
 
 
SOLEMNIDAD, SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS
 
Restablecida en 1969 y Octava de Navidad. Esta Solemnidad fue la primera fiesta mariana de la liturgia romana (hacia el s. VII). MR p. 170 [185] / Lecc. I p. 444
 
 
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Is 9, 1. 5; Lc 1, 33
 
Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor; y se llamará Admirable, Dios, Príncipe de la paz, Padre del mundo futuro, y su Reino no tendrá fin.
 
 
GLORIA
 
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
 
 
ORACIÓN COLECTA


Señor Dios, que por la fecunda virginidad de María diste al género humano el don de la salvación eterna, concédenos sentir la intercesión de aquella por quien recibimos al autor de la vida, Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
 
 
PRIMERA LECTURA
 
[Invocarán mi nombre y yo los bendeciré.]
 
Del libro de los Números 6, 22-27
 
En aquel tiempo, el Señor habló a Moisés y le dijo: "Di a Aarón y a sus hijos: 'De esta manera bendecirán a los israelitas: El Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su favor. Que el Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz'. Así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré".
Palabra de Dios.
 
 
SALMO RESPONSORIAL del salmo 66, 2b. 3. 5abd. 7. 8b
 
R. Ten piedad de nosotros, Señor, y bendícenos.
 
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora. R.
 
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones. R.
 
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero. R.
 
 
SEGUNDA LECTURA
 
[Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer.]
 
De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas 4, 4-7
 
Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos. Puesto que ya son ustedes hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama "¡Abbá!", es decir, ¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios.
 
 
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Heb 1, 1-2
 
R. Aleluya, aleluya.
 
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo. R. Aleluya.
 
 
EVANGELIO
 
[Encontraron a María, a José y al niño. Al cumplirse los ocho días, le pusieron por nombre Jesús.]
 
Del santo Evangelio según san Lucas 2, 16-21
 
En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño y cuantos los oían, quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado. Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.
Palabra del Señor.
 
 
PROFESIÓN DE FE
 
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
 
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
 
 
ORACIÓN DE LOS FIELES
Levantemos nuestra voz suplicante al Señor y –por la poderosa intercesión de la Madre de su Hijo–
imploremos la misericordia divina en favor de todos los hombres:
 
1. Para que los fieles, a imitación de María, mediten y conserven en su corazón lo que han oído del Hijo de Dios, roguemos al Señor.
 
2. Para que los hombres de todas las razas y pueblos descubran que tienen un único Dios, Padre de todos, y nunca se comporten como enemigos entre sí, roguemos al Señor.
 
3. Para que llegue a la presencia del Señor el lamento de los que sufren a causa de las guerras, y pronto puedan experimentar el retorno de la tranquilidad a sus hogares y naciones, roguemos al Señor.
 
4. Para que los que hoy nos hemos reunido para dedicar al Señor las primicias de este año nuevo, vivamos en paz todos sus días y podamos ver su final con salud y alegría, roguemos al Señor.
 
Escucha, Dios omnipotente y eterno, nuestras súplicas y bendice el año que hoy comenzamos. Que nuestro trabajo nos dé el pan de cada día, y que nuestras almas encuentren el alimento necesario para avanzar en el camino de la verdad y del bien.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
 
 
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
 
Señor Dios, que das origen y plenitud a todo bien, concédenos que, al celebrar, llenos de gozo, la solemnidad de la Santa Madre de Dios, así como nos gloriamos de las primicias de su gracia, podamos gozar también de su plenitud. Por Jesucristo, nuestro Señor.
 
 
PREFACIO
 
PREFACIO I DE SANTA MARÍA VIRGEN
 
Maternidad de la santísima Virgen María
 
En verdad es justo V necesario, es nuestro deber V salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Y alabar, bendecir V proclamar tu gloria en la maternidad de santa María, siempre virgen. Porque ella concibió a tu Hijo único por obra del Espíritu Santo, V sin perder la gloria de su virginidad, hizo resplandecer sobre el mundo la luz eterna, Jesucristo, Señor nuestro. Por él, los ángeles y los arcángeles y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
 
Santo, Santo, Santo ...
 
 
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Heb 13, 8
 
Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos.
 
 
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
 
Señor, que estos sacramentos celestiales que hemos recibido con alegría sean fuente de vida eterna para nosotros, que nos gloriamos de proclamar a la siempre Virgen María como Madre de tu Hijo y Madre de la Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
  

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