miércoles, 13 de diciembre de 2023

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20231217

 



«No dijo: Yo soy Juan; yo soy Elías; yo soy el Profeta. Pero ¿qué dijo? Me llamo esto: Voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino para el Señor; yo soy esta misma profecía. Y quienes fueron enviados eran de entre los fariseos, esto es, de entre los príncipes de los judíos. E interrogaron y le dijeron: ¿Porqué, pues, bautizas, si no eres el Mesías ni Elías ni el Profeta? Parecía casi una osadía bautizar Como si dijesen: ¿A quién representas? Preguntamos si tú eres el Mesías: tú dices que tú no eres. Preguntamos si quizá eres su precursor, porque sabemos que antes de la llegada del Mesías va a venir Elías: niegas serlo. Preguntamos si acaso eres uno de los heraldos que vendrán con mucha antelación, esto es, un profeta, y si has recibido esta potestad: dices que tú tampoco eres profeta. Y Juan no era un profeta: era mayor que un profeta. El Señor dio de él tal testimonio: Salisteis al desierto a ver qué: ¿que el viento agita una caña? Sobreentiendes seguramente que no lo agitaba el viento, porque Juan no era esto, cual uno a quien moviera el viento: en efecto, a quien el viento mueve, sobre él sopla el espíritu seductor portadas partes. Pero ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con ropas delicadas? Por cierto, Juan se vestía con ropas bastas, esto es, una túnica hecha con pelo de camello. Quienes visten con ropas delicadas están en las casas de los reyes No salisteis, pues, a ver un hombre vestido con ropas delicadas. Pero ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? También os digo: éste es mayor que un profeta, porque los profetas preanunciaron mucho antes a quien Juan mostraba presente» (San Agustín [354430]. Evangelio de san Juan, Tratado 4,7-8).

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