UN SÁBADO HUMANITARIO
Deut 5, 12-15; Sal 80; 2 Cor 4,6-11; Mc 2, 23-3, 6
Nuestra primera lectura, del libro del Deuteronomio, afirma el tercero
de los diez mandamientos (de acuerdo con la numeración católica tradicional), a
saber, la santificación del sábado por medio del descanso. No es la primera vez
en la Biblia que leemos este mandamiento, ya que aparece en un libro anterior
(véase Éx 20, 8-11). En contraste con esa primera referencia, la cual explica
el mandamiento como una manera de imitar a Dios cuando descansó después de
crear el mundo, la cita del Deuteronomio lo justifica con motivos humanitarios:
el ser humano necesita descanso. Lo mismo afirma Jesús en el Evangelio:
"el sábado se hizo para el ser humano, no el ser humano para el
sábado" (2, 27). Y es que los seres humanos somos frágiles. Como lo dice
san Pablo en la segunda lectura, somos "vasijas de barro" (4, 7).
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 24, 16. 18
Mírame, Señor, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido. Ve mi
pequeñez y mis trabajos, y perdona todos mis pecados, Dios mío.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a quienes ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, cuya providencia no se equivoca en sus designios, te
rogamos humildemente que apartes de nosotros todo lo que pueda causarnos algún
daño y nos concedas lo que pueda sernos de provecho. Por nuestro Señor
Jesucristo ...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Recuerda que fuiste esclavo en Egipto.
Del libro del Deuteronomio: 5, 12-15
Esto dice el Señor: "Santifica el día sábado, como el Señor, tu
Dios, te lo manda. Tienes seis días para trabajar y hacer tus quehaceres, pero
el séptimo es día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios. No harán ti-abajo
alguno ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey,
ni tu asno, ni tu ganado, ni el extranjero que hospedes en tu casa; tu esclavo
y tu esclava descansarán igual que tú.
Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que te sacó de allá el Señor,
tu Dios, con mano fuerte y brazo poderoso. Por eso te manda el Señor, tu Dios,
guardar el día sábado".
Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 80, 3-4. 5-6ab.6c-8a.10-11b.
R/. El Señor es nuestra fortaleza.
Entonemos un canto al son de las guitarras y del arpa. Que suene la
trompeta en esta fiesta, que conmemora nuestra alianza. R/.
Porque ésta es una ley en Israel, es un precepto que el Dios de Jacob
estableció para su pueblo, cuando lo rescató de Egipto. R/.
Oyó Israel palabras nunca oídas: "He quitado la carga de tus
hombros y el pesado canasto de tus manos. Clamaste en la aflicción y te libré
R/.
No tendrás otro Dios, fuera de mí, ni adorarás a dioses extranjeros.
Pues yo, el Señor, soy el Dios tuyo, el que te sacó de Egipto, tu
destierro". R/.
SEGUNDA LECTURA
La vida de Jesús se manifiesta en nuestra carne mortal.
De la carta del apóstol san Pablo a los corintios: 4, 6-11
Hermanos: El mismo Dios que dijo: Brille la luz en medio de las
tinieblas, es el que ha hecho brillar su luz en nuestros corazones, para dar a
conocer el resplandor de la gloria de Dios, que se manifiesta en el rostro de
Cristo.
Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que esta
fuerza tan extraordinaria proviene de Dios y no de nosotros mismos. Por eso
sufrimos toda clase de pruebas, pero no nos angustiamos. Nos abruman las
preocupaciones, pero no nos desesperamos. Nos vemos perseguidos, pero no
desamparados; derribados, pero no vencidos.
Llevamos siempre y por todas partes la muerte de Jesús en nuestro
cuerpo, para que en este mismo cuerpo se manifieste también la vida de Jesús.
Nuestra vida es un continuo estar expuestos a la muerte por causa de Jesús,
paira que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
Palabra de Dios. T. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Jn 17, 17
R/. Aleluya, aleluya.
Tu palabra, Señor, es la verdad; santifícanos en la verdad. R/.
EVANGELIO
El Hijo del hombre también es dueño del sábado.
Del santo Evangelio según san Marcos: 2, 23-3, 6
Un sábado, Jesús iba caminando entre los sembrados, y sus discípulos
comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron:
"¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en
sábado?".
Él les respondió: "¿No han leído acaso lo que hizo David una vez
que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de
Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que
sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros".
Luego añadió Jesús: "El sábado se hizo para el hombre, y no el
hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado".
Entró Jesús en la sinagoga, donde había un hombre que tenía tullida una
mano. Los fariseos estaban espiando a Jesús para ver si curaba en sábado y
poder acusarlo. Jesús le dijo al tullido: "Levántate y ponte allí en
medio". Después les preguntó: "¿Qué es lo que está permitido hacer en
sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o
hay que dejarlo morir?". Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos
con ira y con tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: "Extiende
tu mano". La extendió, y su mano quedó sana.
Entonces se salieron los fariseos y comenzaron a hacer planes, con los
del partido de Herodes, para matar a Jesús. Palabra del Señor. T. Gloria a ti,
Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los
hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha
del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino
no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede
del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa,
católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los
pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos hermanos a Jesucristo, el Señor, y pidámosle que, recordando su
promesa, escuche la oración de este pueblo reunido en su nombre.
Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre y aumenta nuestra
fe.
Para que el Señor se acuerde del santo Padre, el Papa N., de todos los
obispos que predican la Palabra de Dios, de los presbíteros y diáconos y de
todos los que en el mundo aman a Jesucristo, roguemos al Señor.
Para que el Señor se acuerde de los responsables de las naciones, los
asista en su misión, haga desaparecer los proyectos de quienes buscan la guerra
y dé fortaleza a quienes trabajan por la paz y el bien común, roguemos al
Señor.
Para que el Señor se acuerde de los ancianos y minusválidos, de los
enfermos, de los que sufren y de los necesitados que esperen su ayuda; para que
no se olvide de los presos, de los desterrados y de los que son perseguidos por
su nombre, roguemos al Señor.
Para que el Señor, en su infinita misericordia se acuerde de todos
nosotros, nos conceda un tiempo favorable y cosechas abundantes, nos otorgue el
trabajo que necesitamos, abra su mano y nos sacie con sus bienes, ya que los
ojos de todos están fijos en él, roguemos al Señor.
Dios nuestro, que haces brillar nuestros corazones con la gloria
reflejada en el rostro de Cristo, escucha las oraciones de tu pueblo y
concédenos la fuerza de tu Espíritu, para que demos testimonio ante los hombres
de aquella verdad que nos hace libres promueve la verdadera libertad en el
mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Llenos de confianza en tu bondad, acudimos, Señor, ante tu santo altar
trayéndote nuestros dones, a fin de que, purificados por tu gracias, quedemos
limpios por los mismos misterios que celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio para los domingos del Tiempo Ordinario.
PREFACIO
El Misterio Pascual y el Pueblo de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación
darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios
todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro. Quien, por su Misterio
Pascual, realizó la obra maravillosa de llamamos de la esclavitud del pecado y
de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación
consagrada, pueblo de tu propiedad, para que, trasladados por ti de las
tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas. Por eso
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos
sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 16, 6
Te invoco, Dios mío, porque tú me respondes; inclina tu oído y escucha
mis palabras.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dirige, señor, con tu Espíritu, a quienes nutres con el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo, para que, dando testimonio de ti, no sólo de palabra, sino
con las obras y de verdad, merezcamos entrar en el reino de los cielos. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
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