«Si quieres, pues, escuchar mi consejo, pues ya te tengo por amigo mío,
en primer lugar circuncídate, luego observa, como es costumbre nuestra, el
sábado, las fiestas y los novilunios de Dios y cumple, en una palabra, cuanto
está escrito en la ley, y entonces, tal vez, alcances misericordia de parte de
Dios"... (San Justino reconoce que los cristianos no guardan el sábado y
explica por qué): ¿Hay alguna cosa más que nos reprochéis, amigos, o sólo se
trata de que no vivimos conforme a vuestra ley ni circuncidamos nuestra carne,
como vuestros antepasados, ni guardamos los sábados como vosotros? (...).
Necesaria es ya la segunda circuncisión, y vosotros seguís con vuestro orgullo
de la carne. La nueva ley quiere que guardéis el sábado continuamente, y
vosotros con pasar un día sin hacer nada, ya os parece que sois religiosos..."(•••)
Porque también nosotros observaríamos esa circuncisión carnal y guardaríamos el
sábado y absolutamente todas vuestras fiestas, si no supiéramos la causa por la
que les fueron ordenadas... No los observamos porque esa circuncisión no es
necesaria para todos, sino sólo para vosotros… Y sin sábado también agradaron a
Dios todos los justos anteriormente nombrados, y después de ellos Abraham y los
hijos todos de Abraham hasta Moisés... También, pues, el sábado se los ordenó Dios
para que tuvierais memoria de Él (...). Porque si antes de Abraham no había
necesidad de circuncisión, ni antes de Moisés del sábado, de las fiestas ni de
los sacrificios, tampoco la hay ahora, después de Jesucristo, Hijo de Dios,
nacido sin pecado de María Virgen del linaje de Abraham» (San Justino
[100-162/168]. Diálogo con el judío Trifón 16.17.18.20)
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