sábado, 8 de octubre de 2011

Amar a la Iglesia a pesar de que esté compuesta de pecadores



«Amad a la Iglesia como la amaron los santos» La Iglesia es santa aunque compuesta de pecadores, y es ante todo madre; «a veces sucede que los hijos pueden olvidar, o directamente abofetear a su propia madre, pero ésta sigue amándoles y yendo detrás de ellos; es ésta su grandeza. Lejos de lamentarse, una madre mira de modo acogedor y sereno a todos sus hijos». De ahí, por lo tanto, la imprescindible necesidad de amarla no sólo en el misterio de la fe que custodia, sino también en su naturaleza de «institución encarnada», la cual «enseña, santifica, guía en la caridad».De este amor, surge para el clero la sintonía de orientaciones en la actividad apostólica que se resume en el sentir como Iglesia. Es el único camino, para plantear correctamente el delicado problema de la renovación de las estructuras humanas de una Iglesia «siempre reformada». De ahí el gran esfuerzo penitencial del Jubileo, que por voluntad del Papa ha dado vida al histórico documento sobre las culpas del pasado. Por lo tanto enmienda y reforma, pero siempre en un profundo amor por Cristo y por su Iglesia: ese amor que encarnó san Francisco, y que contribuyó a renovarla más que la «crítica amarga».

Angelo Sodano ZENIT

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