Desde la reforma del Calendario y del Misal en 1969-1970, el Jueves Santo no pertenece al Triduo Pascual. Si antes el “Triduo Santo” lo formaban el Jueves, el Viernes y el Sábado Santos, terminando con la Vigilia Pascual celebrada por la mañana, ahora el “Triduo Pascual” lo constituyen el Viernes, el Sábado y el Domingo; y la Eucaristía vespertina del Jueves se considera su prólogo o introducción. Hasta la hora de esta Eucaristía, el Jueves es el último día de la Cuaresma. La Eucaristía vespertina inaugura el Triduo Pascual. –Decimos en la consagración: la víspera de su pasión (el jueves), tomó pan, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo... –
Jesús cuando se disponía a emprender su camino a la Pasión : quiso anticipar sacramentalmente su ofrenda. Por eso los evangelios inician el relato de la Pasión contando su última Cena. Para Jesús, esta Cena fue como el prólogo sacramental de su entrega en la Cruz. Para nosotros, el celebrar el memorial de esa entrega en la tarde del Jueves es también el prólogo sacramental de la Pascua. El Cordero que se inmola en la Cruz del Viernes y resucita en la noche del Domingo es el mismo que se nos ofrece en la Eucaristía.
Tenemos que subrayar esta relación de la Eucaristía del Jueves con la Pasión de Cristo. Esta Misa pertenece ya a la Pascua ; no sólo celebra su institución o el mandato de la caridad o el origen del sacerdocio, aspectos ciertamente interesantes; sobre todo es el inicio de la Pascua.
“Téngase como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas partes el Viernes de la Pasión y muerte del Señor, y aun extenderse, según las circunstancias, al Sábado Santo, para que se este modo se llegue al gozo del Domingo de Resurrección con ánimo elevado y entusiasta” (Cfr Const. De Lit. n. 110)
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