UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.-
El oráculo que
el profeta Natán comunica a David nos ayuda a comprender la esencia de la
salvación que nos trae Jesús. Es una oferta definitiva y generosa. Dios se ha
comprometido con el hijo de David para siempre. Dios Padre no tratará a Jesús
como si fuera un privilegiado, sino corno un Padre responsable y exigente. (Cfr.
Samuel: 7, 1-5. 8-12. 14. 16). El Favor de Dios está siempre con Jesús y
también está la exigencia de cumplir su voluntad. Dios nos sigue salvando,
jamás nos retirará su amor. Desde esa certeza podemos vivir como personas
alcanzadas y transformadas por el amor de Dios. Participamos de la vida nueva
que Jesús, el Verbo de Dios hecho carne, nos ha regalado. Somos hijos en el
Hijo. Esa salvación no tendrá que convertirse en ningún tipo de supremacía. La
salvación que hemos recibido en Jesús nos alienta a ser compasivos y amables
con las personas que aún no han descubierto con claridad el rostro cercano y
amigable que Dios, nos ha revelado en Jesús.
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