UNA REFLEXIÓN PARA
NUESTRO TIEMPO
En una sociedad pintada de protagonismo, visible por lo menos
en el gran número de políticos que quieren postularse como candidatos a la
presidencia, manifiesta también en el plano personal, en esa feria de vanidades
que significa exhibir fotografías y otras simplezas en las redes sociales,
resultará extraño encontrarnos con la discreción y la modestia de Juan
Bautista. No obstante que tenía un gran arraigo entre la gente de Israel, no
perdió piso ni se le subieron los humos, se mantuvo sensato y reconocía su
verdadera estatura. Era el portavoz de la luz. Los reflectores debían apuntar
hacia otra persona distinta de él. No se dejó atrapar por el afán de notoriedad
ni por el protagonismo. Demasiado cinismo o demasiada superficialidad la que
observamos en tantas personas que se dicen idóneas para gobernar este país,
cuando las cuentas que rinden son poco menos que desastrosas en los estados
donde gobiernan. Parece que estamos realmente huérfanos de servidores públicos
que verdaderamente estén decididos a mejorar las condiciones de vida de los
ciudadanos.
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