sábado, 3 de febrero de 2024

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20240204

 

De acuerdo con un dicho muchas veces repetido de san Ireneo (c. 130 c. 200 d. C.), la gloria de Dios es el ser humano plenamente vivo. Es un dicho que captura la misión esencial del Hijo de Dios. ¿Por qué otro motivo habría Dios venido al mundo si no para restaurar la vida en su plenitud a los seres humanos a los cuales ha creado, precisamente para compartir tal vida consigo? Si este es su motivo, también nosotros debemos intentar remediar la miseria humana y trabajar para un mundo de justicia, amor y belleza. Como dijo el Concilio Vaticano II, "aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del Reino de Cristo, sin embargo, el primero, en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al reino de Dios" (Gaudium el spes, n. 39).

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