EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20240331
«Ha comenzado el reino de la vida y se ha disuelto el imperio de la
muerte. Han aparecido otro mandamiento, otra vida, otro modo de vivir, la
transformación de nuestra misma naturaleza. ¿De qué mandamiento se habla? Del
de aquellos que no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano,
sino de Dios. ¿Preguntas que cómo es esto posible? Lo explicaré: en pocas
palabras Este nuevo ser lo engendra la fe; la regeneración del bautismo lo da a
luz; la Iglesia, cual nodriza, lo amamanta con su doctrina e instituciones y
con su pan celestial lo alimenta; llega a la edad madura con la santidad de
vida; su matrimonio es la unión con la Sabiduría; sus hijos, la esperanza; su
casa, el reino; su herencia y sus riquezas, las delicias del paraíso; su
desenlace no es la muerte, sino la vida eterna y feliz en la mansión de los
santos. Éste es el día en que actuó el Señor, día totalmente distinto de
aquellos otros estableados desde el comienzo de ¡os siglos y que son medidos
por el paso del tiempo. Este día es el principio de una nueva creación, porque,
como dice el profeta, en este día Dios ha creado un: cielo nuevo y una tierra nueva. ¿Qué cielo?
El firmamento de la fe en Cristo. Y, ¿qué tierra? El corazón bueno que, como
dijo el Señor, es semejante a aquella tierra que se impregna con la lluvia que
desciende sobre ella y produce abundantes espigas. En esta nueva creación, el
sol es la vida pura; las estrellas son las virtudes; el aire, una conducta sin
tacha; el mar; aquel abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento de
Dios; las hierbas y semillas, la buena doctrina y las enseñanzas divinas en las
que el rebaño, es decir, el pueblo de Dios encuentra su pasto; los árboles que
llevan fruto son la observancia de los preceptos divinos. En este día es creado
el verdadero hombre, aquel que fue hecho a imagen y semejanza de Dios»
(San Gregorio de Nisa [330/335-394/400]. Sermón 1 sobre la resurrección).
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