En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta
parábola: "¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no
deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se le perdió hasta
encontrarla? Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de
alegría, y al llegar a su casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice:
"Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había
perdido".
Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador
que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan
arrepentirse".
Reflexión
Una de las cosas que jamás comprenderemos es ¿por qué Dios nos ama de
esta manera? ¿Por qué su amor va más allá de todo lo que podríamos nosotros
imaginar? Cuando se le apareció Nuestro Señor a santa Margarita María, le
mostró la herida de su corazón y le dijo: "Este es el corazón que tanto
los ha amado".
Somos realmente privilegiados, pues como dice san Pablo, el Amor de
Jesús es tanto y tan grande que se entregó por nosotros; que dejó su cielo
hermoso para hacerse como uno de nosotros para que pudiéramos tener vida y
tenerla en abundancia.
San Agustín dirá: "se hizo hombre a fin de que nosotros los
hombres pudiéramos ser como él". Este es al paroxismo del amor de Dios por
nosotros, que es capaz, como lo hemos oído hoy, de dejar a todo el rebaño e ir
por nosotros, hombres necios y faltos de juicio.
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