viernes, 4 de octubre de 2019

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20191006


Un interrogante que recurre en periodos violentos como el que ahora vivimos es el siguiente: ¿Cuándo serán atendidos los reclamos y súplicas de las víctimas? Los contemporáneos del profeta Habacuc llevaban años padeciendo la brutalidad de los invasores asirios, sin advertir que su fe en Dios y sus ruegos marcaran alguna diferencia. La fe probada se convierte en esperanza, aunque los hechos desafortunados persistan, la esperanza sostiene el ánimo del creyente. Quienes hemos recibido el don de la esperanza no tenemos que desentendernos de nuestras responsabilidades ciudadanas. La esperanza nos alienta a sumarnos a proyectos y propuestas exigentes que alivien la inseguridad y la violencia. La resignación pasiva no es el rostro de la esperanza cristiana, aunque algunos así lo piensen. San Ignacio de Loyola lo expresaba de manera certera: "Actúa como si todo dependiera de ti. Confía como si todo dependiera de Dios".

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