UNA LLEGADA REPENTINA
Is 2, 1-5; Rom 13, 11-14; Mt 24, 37-44
Los cristianos de la primera generación vivían con
la certidumbre de la inminente llegada de la parusía, es decir, de la venida o,
mejor dicho, de la aparición gloriosa del Señor Jesucristo. Esa esperanza era
compartida por el mismo Jesús. La advertencia reiterada era no dar crédito a
los avisos sobre el momento preciso de aquel acontecimiento. Una segunda
advertencia mucho más decisiva invitaba a no distraerse en los asuntos
mundanos, desentendiéndose de vivir conforme a la voluntad del Padre.
Mantenerse en vela equivale a vivir el día a día cumpliendo los valores del
Evangelio. Por su parte el profeta Isaías nos describe una entusiasta
peregrinación de pueblos que suben animosos a Jerusalén para dejarse instruir
por la palabra del Señor. El mundo esperanzador que describe Isaías se destaca
sobre todo por la eliminación de los mecanismos violentos. Ya no será la guerra
ni la confrontación la única salida entre las naciones. La educación para la
paz será la mejor alternativa.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 24, 1-3
A ti, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío,
no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que
esperan en ti no quedan defraudados.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Concede a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo
de salir al encuentro de Cristo, que viene a nosotros, para que, mediante la
práctica de las buenas obras, colocados un día a su derecha, merezcamos poseer
el reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
El Señor reúne a todos los pueblos en la paz eterna
de su Reino.
Del libro del profeta Isaías: 2,1-5
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y
Jerusalén: En días futuros, el monte de la casa del Señor será elevado en la
cima de los montes, encumbrado sobre las montañas, y hacia él confluirán todas
las naciones.
Acudirán pueblos numerosos, que dirán:
"Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob, para que
él nos instruya en sus caminos y podamos marchar por sus sendas. Porque de Sión
saldrá la ley, de Jerusalén, la Palabra del Señor".
Él será el árbitro de las naciones y el juez de
pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados y de las lanzas, podaderas;
ya no alzará la espada pueblo contra pueblo, ya no se adiestrarán para la guerra.
¡Casa de Jacob, en marcha! Caminemos a la luz del Señor. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 121, 1-2. 4-5. 6-7. 8-9.
R/. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron:
"Vayamos a la casa del Señor"! Y hoy estamos aquí, Jerusalén,
jubilosos, delante de tus puertas. R/.
A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del
Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del
Señor. En ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R/.
Digan de todo corazón: "Jerusalén, que haya
paz entre aquellos que te aman, que haya paz dentro de tus murallas y que reine
la paz en cada casa". R/.
Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir:
"La paz esté contigo". Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para
ti todos los bienes. R/.
SEGUNDA LECTURA
Ya está cerca nuestra salvación.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos:
13,11-14
Hermanos: Tomen en cuenta el momento en que
vivimos. Ya es hora de que se despierten del sueño, porque ahora nuestra
salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada y
se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y revistámonos
con las armas de la luz.
Comportémonos honestamente, como se hace en pleno
día. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujurias ni desenfrenos, nada de
pleitos ni envidias. Revístanse más bien, de nuestro Señor Jesucristo y que el
cuidado de su cuerpo no dé ocasión a los malos deseos. Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Sal 84, 8
R/. Aleluya, aleluya.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu
salvación. R/.
EVANGELIO
Velen y estén preparados.
Del santo Evangelio según san Mateo: 24, 37-44
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Así como sucedió en tiempos de Noé, así también sucederá cuando venga el
Hijo del hombre. Antes del diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el
día en que Noé entró en el arca. Y cuando menos lo esperaban, sobrevino el
diluvio y se llevó a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre.
Entonces, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro será
dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra
dejada.
Velen, pues, y estén preparados, porque no saben
qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia
supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se
le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque
a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Oremos, hermanos, al Señor y pidámosle
confiadamente que despierte su poder y venga a salvarnos. Digamos
confiadamente: Ven Señor Jesús. (R/. Ven Señor Jesús.)
Para que los fieles despierten del sueño de sus
in-dolencias y reciban con alegría la salvación que se acerca, roguemos al
Señor.
Para que se afiance la paz en el mundo, y las riquezas
de la creación se transformen en instrumento de progreso y bienestar para todos
los hombres, roguemos al Señor.
Para que el Señor, con su venida, alivie los
dolores de los enfermos, dé paz y alegría a los que sufren en su espíritu y
libre al mundo de sus males, roguemos al Señor.
Para que nosotros mismos vivamos siempre alerta sin
que las preocupaciones de la vida nos impidan mantenemos en pie cuando llegue
el Hijo del hombre, roguemos al Señor.
Dios misericordioso, que enviaste a tu Hijo al
mundo para que nos instruyera en tus caminos, anduviéramos por tus sendas y
todas las naciones se reunieran en la montaña santa de tu reino, escucha
nuestra oración y despierta en nosotros un deseo tan vivo de tu venida, que,
avanzando por la senda de tus mandatos, lleguemos a contemplar en tu gloria al
que ha de venir, Jesucristo nuestro Señor. Él, que vive y reina por los siglos
de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, estos dones que te ofrecemos,
tomados de los mismos bienes que nos has dado, y haz que lo que nos das en el
tiempo presente para aumento de nuestra fe, se convierta para nosotros en
prenda de tu redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFCIO
Prefacio de Adviento I
Las dos venidas de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo, nuestro Señor. El cual, al venir por vez primera en la
humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y
nos abrió el camino de la salvación, para que cuando venga de nuevo, en la
majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir
los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar. Por
eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de su gloria:
Santo, Santo, Santo...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 84, 13
El Señor nos mostrará su misericordia y nuestra
tierra producirá su fruto.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Señor, que nos aprovechen los misterios
en que hemos participado, mediante los cuales, mientras caminamos en medio de
las cosas pasajeras, nos inclinas ya desde ahora a anhelar las realidades
celestiales y a poner nuestro corazón en las que han de durar para siempre. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
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