viernes, 29 de noviembre de 2019

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20191201






El llamado a construir una cultura favorable a la paz y al diálogo, que nos propone el Señor por medio del profeta Isaías (Is 2,1-5), es algo más que urgente. Son demasiados los agravios y resentimientos añejos confrontan a nuestra sociedad. La reconciliación auténtica no es el gesto del pacifista que simplemente renuncia a usar la violencia, sin moverse activamente a favor de nada. La paz verdadera no es otra cosa que el restablecimiento de las condiciones de justicia entre los ciudadanos. La reconciliación exige ensanchar las oportunidades para los que no las han tenido; castigar a los que delinquen y destruyen la convivencia pacífica; todas esas son tareas propias de quien pretende construir la cultura de la paz con justicia. En el ámbito de nuestras responsabilidades públicas así estaremos preparando la venida del Señor. En el terreno de nuestra vida familiar o de nuestra relación íntima con Dios será necesario vivir en actitud de humildad y confianza.

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