ENSÉÑAME A ESCUCHAR
1 Re 3, 5-13; Rom 8, 28-30; Mt 13, 44-52
El libro de los Reyes nos permite adentrarnos a un
momento de intimidad entre el rey Salomón y el Señor Dios. El monarca se
confiesa incapaz de cumplir con la tarea de gobernar a Israel. No se siente a
la altura del reto. Sin embargo, alcanza a comprender que una condición
indispensable para ser buen gobernante tiene que ver con la capacidad de
escuchar. Dos oídos y una sola boca. De ahí la urgencia de aprender a oír sobre
todo aquello que nos disgusta. Si encuadramos las parábolas evangélicas en el
contexto del gobernante ideal, podemos entender que la perla preciosa y el
tesoro escondido que impulsa a vender todos los bienes, tiene que ver con esta lección
de enorme sabiduría. Los discípulos de Jesús que realizan misiones de buen
gobierno, acrecientan su sensatez y comprenden que el verdadero soberano es el
pueblo y que han sido elegidos para escuchar y servir.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 67, 6. 7. 36
Dios habita en su santuario; él nos hace habitar
juntos en su casa; es la fuerza y el poder de su pueblo.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a
quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te
adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios
Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del
mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú
Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, protector de los que en ti confían, sin
ti, nada es fuerte, ni santo; multiplica sobre nosotros tu misericordia para
que, bajo tu dirección, de tal modo nos sirvamos ahora de los bienes pasajeros,
que nuestro corazón esté puesto en los bienes eternos. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Por haberme pedido sabiduría.
Del primer libro de los Reyes: 3, 5-13
En aquellos días, el Señor se le apareció al rey
Salomón en sueños y le dijo: "Salomón, pídeme lo que quieras, y yo te lo
daré".
Salomón le respondió: "Señor, tú trataste con
misericordia a tu siervo David, mi padre, porque se portó contigo con lealtad,
con justicia y rectitud de corazón. Más aún, también ahora lo sigues tratando
con misericordia, porque has hecho que un hijo suyo lo suceda en el trono. Sí,
tú quisiste, Señor y Dios mío, que yo, tu siervo, sucediera en el trono a mi
padre, David. Pero yo no soy más que un muchacho y no sé cómo actuar. Soy tu
siervo y me encuentro perdido en medio de este pueblo tuyo, tan numeroso, que
es imposible contarlo. Por eso te pido que me concedas sabiduría de corazón
para que sepa gobernar a tu pueblo y distinguir entre el bien y el mal. Pues
sin ella, ¿quién será capaz de gobernar a este pueblo tuyo tan grande?".
Al Señor le agradó que Salomón le hubiera pedido
sabiduría y le dijo: "Por haberme pedido esto, y no una larga vida, ni
riquezas, ni la muerte de tus enemigos, sino sabiduría para gobernar, yo te
concedo lo que me has pedido. Te doy un corazón sabio y prudente, como no lo ha
habido antes ni lo habrá después de ti. Te voy a conceder, además, lo que no me
has pedido: tanta gloria y riqueza, que no habrá rey que se pueda comparar
contigo". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 118,57 y 72.76-77.127-128.129-130.
R/. Yo amo, Señor, tus mandamientos.
A mí, Señor, lo que me toca es cumplir tus
preceptos. Para mí valen más tus enseñanzas que miles de monedas de oro y
plata. R/.
Señor, que tu amor me consuele, conforme a las
promesas que me has hecho. Muéstrame tu ternura y viviré, porque en tu ley he
puesto mi contento. R/.
Amo, Señor, tus mandamientos más que el oro
purísimo: por eso tus preceptos son mi guía y odio toda mentira. R/.
Tus preceptos, Señor, son admirables, por eso yo
los sigo. La explicación de tu palabra da luz y entendimiento a los sencillos.
R/.
SEGUNDA LECTURA
Nos predestina para que reproduzcamos en nosotros
mismos la imagen de su Hijo.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8,
28-30
Hermanos: Ya sabemos que todo contribuye para bien
de los que aman a Dios, de aquellos que han sido llamados por él, según su
designio salvador.
En efecto, a quienes conoce de antemano, los
predestina para que reproduzcan en sí mismos la imagen de su propio Hijo, a fin
de que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A quienes predestina, los
llama; a quienes llama, los justifica; y a quienes justifica, los glorifica.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Mt 11, 25
R/. Aleluya, aleluya.
Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.
EVANGELIO
Vende cuanto tiene y compra aquel campo.
Del santo Evangelio según san Mateo: 13, 44-52
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El
que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto
tiene y compra aquel campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante
en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto
tiene y la compra.
También se parece el Reino de los cielos a la red
que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se
llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los
pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final
de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los
arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.
¿Han entendido todo esto?". Ellos le
contestaron: "Sí". Entonces él les dijo: "Por eso, todo escriba
instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de
familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador
del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo
Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los
siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado,
no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por
nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del
Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra
causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y
resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado
a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y
muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de
vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una
misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que
es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el
perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro.
Amén.
PLEGARIA UNIVERSAL
Pidamos, hermanos, el auxilio del Espíritu Santo,
para que inspire nuestras oraciones y ruegue con nosotros por las necesidades
del mundo, respondiendo: Te rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)
Para los que empiezan a conocer a Cristo y desean
la gracia del bautismo y para que los que preparan el bautismo de sus hijos,
pidamos el favor de Dios todopoderoso.
Para nuestra ciudad (nuestro pueblo), para todos
los que habitan en ella (él), Y para todos los pueblos y naciones, pidamos al
Señor paz y prosperidad abundantes.
Para los que persiguen a la Iglesia y para los
pecadores que viven intranquilos, pidamos la luz del Espíritu y la gracia de la
conversión.
Por los que estamos aquí reunidos y por aquellos
por los que queremos rezar, pidamos al Señor que nos guarde a todos en la fe y
nos reúna en el reino de su Hijo.
Señor Dios, que en Cristo, nos has hecho descubrir
el tesoro escondido y la perla de gran valor, concédenos la luz de tu Espíritu,
para que, viviendo en medio del mundo, sepamos valorar las riquezas
inestimables de tu reino y, para poseerlas, estemos dispuestos a renunciar a
todo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, los dones que por tu generosidad te
presentamos, para que, por el poder de tu gracia, estos sagrados misterios
santifiquen toda nuestra vida y nos conduzcan a la felicidad eterna. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
El Misterio Pascual y el Pueblo de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y
fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro. Quien, por
su Misterio Pascual, realizó la obra maravillosa de llamamos de la esclavitud
del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real,
nación consagrada, pueblo de tu propiedad, para que, trasladados por ti de las
tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas. Por eso
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos
sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna
en el cielo.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 102, 2
Bendice alma mía al Señor, y no te olvides de tus
beneficios.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo recibido, Señor, el sacramento celestial,
memorial perpetuo de la pasión de tu Hijo, concédenos que este don, que él
mismo nos dio con tan inefable amor, nos aproveche para nuestra salvación
eterna. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
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