En ciertos momentos algunas personas desencantadas de la lentitud de
los cambios sociales, transfieren sus responsabilidades ciudadanas a una figura
pública que les pinta escenarios fabulosos a la vuelta de la esquina. Unos y
otros están atrapados en la burbuja del pensamiento mágico. No procesan con
rigor los pros y contras de una opción, se guían por ocurrencias e imaginan que
todo se arregla con buenas intenciones. El mensaje de la parábola del sembrador
nos alerta sobre la serie de obstáculos e impedimentos que enfrenta el
discípulo que quiere conducir su vida por el sendero del reinado de Dios.
Presiones y amenazas externas, anhelos y miedos internos terminan acortando la
generosidad de la primera hora. La fidelidad perseverante de quienes se
sobreponen a los obstáculos consigue los frutos que valen la pena: acercamiento
hacia la paz y la vida justa y tranquila.
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