La seguridad alimentaria, la seguridad energética, la
seguridad personal. Un paquete de certezas en favor de una vida digna para
todos. Una población mundial que no para de crecer, una disponibilidad de
alimentos incierta. El agua y el aire limpio que escasean a causa de un estilo
de vida marcadamente consumista. Los relatos que nos hablan del vínculo entre
la fe y el pan abundante no pueden desconectarse de nuestras preocupaciones
cotidianas. Dios nos ama sin condiciones, nos bendice generosamente, pero no
nos exenta de cumplir solidariamente con nuestras responsabilidades en relación
con el reparto solidario de los alimentos, ni tampoco de nuestra obligación de
cuidar y pastorear la Casa común. El manejo responsable de la creación, la
sensibilidad hacia los necesitados son algunas de las exigencias mínimas que
debemos cumplir para seguirnos beneficiando de la bendición divina.
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