Entre las facetas de nuestra vida interior -la razón, las
emociones, la imaginación y otras varias- los pastores de la Iglesia han
resaltado la conciencia moral, es decir, esa "parte" de nosotros
donde evaluamos cómo hemos vivido en el pasado y donde hacemos decisiones
acerca de cómo vamos a vivir en el porvenir. Por ejemplo, para el Concilio
Vaticano II, en su Constitución Pastoral Sobre la Iglesia en el Mundo Moderno,
la conciencia es el santuario interior donde encontramos a Dios y decidimos el
rumbo de nuestras vidas (n. 16). Para el Papa san Juan Pablo II, en su
encíclica sobre la teología moral, Veritatis Splendor (1993), la consciencia es
el "ojo" de nuestras vidas interiores del que depende nuestra visión
de la existencia (nn. 62-64). Sobre todo, han enfatizado la importancia crucial
de formar bien nuestras consciencias.
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