sábado, 1 de octubre de 2022

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20221001

 



«Tres son las enseñanzas del Señor: la esperanza de la vida, principio y término de nuestra fe; la justicia, comienzo y fin del juicio; el amor en la alegría y el regocijo ¡testimonio de las obras de la justicia. El Señor, en efecto, nos ha manifestado por medio de sus profetas el pasado y el presente, y nos ha hecho gustar por anticipado las primicias de lo que vendrá. Viendo, pues, que estas cosas se van cumpliendo en el orden en que él las había predicho, debemos avanzar en una vida más generosa y excelsa en el temor del Señor. Por lo que respecta a mí no como maestro, sino como uno de vosotros, os manifestaré algunas enseñanzas que os puedan alegrar en las presentes circunstancias. Ya que los días son malos y que el Altanero mismo posee poder, debemos, estando vigilantes sobre nosotros mismos, buscar las justificaciones del Señor. Nuestra fe tiene como ayuda el temor y la paciencia, y como aliados la longanimidad y el dominio de nosotros mismos. Si estas virtudes permanecen santamente en nosotros, en todo lo que atañe al Señor, tendrán la gozosa compañía de la sabiduría, la inteligencia, la ciencia y el conocimiento. El Señor nos ha dicho claramente, por medio de los profetas, que no tiene necesidad ni de sacrificios ni de holocaustos ni de ofrendas, cuando dice: ¿Qué me importa el número de vuestros sacrificios? dice el Señor. Estoy harto de holocaustos de carneros ... la sangre de toros, corderos y machos cabríos no me agrada, ¿por qué entráis a visitarme? ¿Quién pide algo de vuestras manos cuando pisáis mis atrios? No me traigáis más dones vacíos, más incienso execrable. Novilunios, sábados, asambleas, no los aguanto» (Carta de Bernabé [e. 70-130]1, 1-8; 2, 1-5).

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