Remar Mar Adentro, pretende, como laicos comprometidos, presentar temas de reflexión para vivir el reino de Dios; levantando las anclas en una tarea asumida generosamente. Ricardo Huante Magaña
miércoles, 12 de octubre de 2022
DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo C Domingo 16 de octubre 2022
Tenemos en nuestras lecturas de
hoy dos ejemplos de la perseverancia, ambos revelan la necesidad de ayuda para
poder perseverar. Uno es Moisés, quien persevera en el oficio de derramar el
poder de Dios sobre los Israelitas utilizando el mismo bastón con que ha obrado
otros prodigios en Egipto. Pero sus brazos se fatigan en cierto punto y
necesita que otros lo ayuden a perseverar. El otro ejemplo es la viuda en la
parábola del Evangelio, quien es el símbolo para san Lucas de los que no tienen
poder en la sociedad (cfr. 7, 11-17 20: 45-21, 4). A pesar de su baja posición
en la sociedad, logra perseverar hasta conseguir la justicia. Las palabras de
Jesús acerca de la fe (v. 8) implican que esta viuda logra perseverar porque se
basa no en sus propias fuerzas, sino en la fe en Dios.
Te invoco, Dios mío, porque tú me
respondes; inclina tu oído y escucha mis palabras. Cuídame, Señor, como a la
niña de tus ojos y cúbreme bajo la sombra de tus alas.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en
la tierra paz a quienes ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te
bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey
celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo.
Dios todopoderoso y eterno, haz
que nuestra voluntad sea siempre dócil a la tuya y que te sirvamos con un
corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Mientras Moisés tenía las manos
en alto, dominaba Israel.
Del libro del Éxodo: 17, 8-13
Cuando el pueblo de Israel
caminaba a través del desierto, llegaron los amalecitas y lo atacaron en
Refidim. Moisés dijo entonces a Josué: "Elige algunos hombres y sal a
combatir a los amalecitas. Mañana, yo me colocaré en lo alto del monte con la
vara de Dios en mi mano".
Del salmo 120,1-2.3-4.5-6. 7-8.
R/. El auxilio me viene del
Señor.
No dejará que des un paso en
falso, pues es tu guardián y nunca duerme. No, jamás se dormirá o descuidará el
guardián de Israel. R/.
El Señor te protege y te da
sombra, está siempre a tu lado. No te hará daño el sol durante el día ni la
luna, de noche. R/.
Te guardará el Señor en los
peligros y cuidará tu vida; protegerá tus ires y venires, ahora y para siempre.
R/.
El hombre de Dios será perfecto y
enteramente preparado para toda obra buena.
De la segunda carta del apóstol
san Pablo a Timoteo: 3, 14-4,2
Querido hermano: Permanece firme
en lo que has aprendido y se te ha confiado, pues bien sabes de quiénes lo
aprendiste y desde tu infancia estás familiarizado con la Sagrada Escritura, la
cual puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la
salvación.
La palabra de Dios es viva y
eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón. R/.
Dios hará justicia a sus elegidos
que claman a él.
Del santo Evangelio según san
Lucas: 18, 1-8
En aquel tiempo, para enseñar a
sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les
propuso esta parábola: "En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios
ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía
a él con frecuencia para decide: 'Hazme justicia contra mi adversario'.
CREDO NICENO_CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un sólo Dios, Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo
invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del
Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de
Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por
quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y
se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio
Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo
en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por
los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Invoquemos, hermanos, al Señor,
que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la
verdad, diciendo: Te rogamos, Señor. (R/. Te rogamos, Señor.)
Para que el Señor avive el
corazón de los fieles y los empuje a trabajar en la salvación de todos los
hombres y en el anuncio del Evangelio a todos los pueblos, roguemos al Señor.
Para que sean desterradas todas
las divisiones que separan a pueblos y razas, y se mantengan firmes en la
sociedad humana la igualdad y la justicia, roguemos al Señor.
Para que los prófugos, los
exiliados, los rechazados por la sociedad y los abandonados puedan regresar a
la patria y para que el Señor conceda a todos un corazón bondadoso para con los
pobres y forasteros, roguemos al Señor.
Para que Dios infunda en nuestros
corazones su Espíritu de amor, a fin de que, revestidos con los mismos
sentimientos de Cristo, amemos a Dios en los hermanos, roguemos al Señor.
Dios nuestro, que, gracias a las
manos en alto de tu siervo Moisés, diste a tu pueblo la victoria, contempla a
tu Iglesia reunida en oración y haz que el nuevo Israel progrese en el bien y
venza a las fuerzas malignas que amenazan al mundo, mientras espera la hora en
que harás justicia a tus elegidos que claman a ti día y noche. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Concédenos, Señor, el don de
poderte servir con libertad de espíritu, para que, por la acción purificadora
de tu gracia, los mismos misterios que celebremos nos limpien de toda culpa.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I para los Domingos del
Tiempo Ordinario
El Misterio Pascual y el Pueblo
de Dios
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor
nuestro. Quien, por su Misterio Pascual, realizó la obra maravillosa de
llamamos de la esclavitud del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe
elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de tu propiedad, para que,
trasladados por ti de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el
mundo tus maravillas. Por eso con los ángeles y los arcángeles y con todos los
coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Los ojos del Señor están puestos
en sus hijos, en los que esperan en su misericordia; para librarlos de la
muerte, y reanimarlos en tiempo de hambre.
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