"¿Quién nos separará del
amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la
desnudez, los peligros, la espada? Tal como está escrito: Por tu causa somos
como condenados a muerte todo el día; somos considerados como ovejas del matadero.
Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por la gracia de Aquel que
nos amó. Porque estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles
ni los principados, ni el presente ni el futuro, ni los poderes, ni las alturas
ni las profundidades, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor
que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro. (cf Rm 8, 35-39).
El Señor es paciente, y su gracia
se manifiesta de muchas maneras y en muchos lugares. Esperó a Saulo en el
camino a Damasco, para cambiar su corazón y convertirlo en uno de sus más fieles
apóstoles. Para hacerlo santo. Lo abrazó con su luz y su voz mientras se
dirigía hacia la ciudad donde muchos cristianos se habían refugiado. Presas
escondidas y temerosas a las que el Sumo Sacerdote le había autorizado
descubrir y capturar.
Fariseo de nacimiento, guardián
de la ortodoxia
Saulo era un judío, miembro de la
secta de los fariseos, la más estricta. Por lo tanto, era natural que él,
educado en la escuela de Gamaliel, interpretara la más terrible persecución de
los primeros cristianos, no como una injusticia, sino como un necesario
servicio tendiente a conservar íntegra la fidelidad a la observancia de la ley
mosaica. Después de haber expulsado de Jerusalén a los cristianos, decidió ir a
buscarlos todavía hasta Damasco, donde se habían escondido. Pero era justamente
allí donde el Señor ahora esperaba "capturar" a Saulo.
Su encuentro personal con Jesús
Al caer por tierra, Saulo fue
sorprendido por aquella voz misteriosa: 'Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?'
Y él dijo: '¿Quién eres, Señor?' Y Él respondió: 'Yo soy Jesús a quien tú
persigues; levántate, entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer'. El
relato continúa diciendo: 'Saulo se levantó del suelo, y aunque sus ojos
estaban abiertos, no veía nada; y llevándolo por la mano, lo trajeron a
Damasco. Y estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió'. (cf Hch 9, 4-9).
Fue el discípulo Ananías - otro
santo que la Iglesia también recuerda hoy - quien le impuso las manos y le
dijo: 'Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde
venías, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu
Santo. Al instante cayeron de sus ojos como unas escamas, y recobró la vista; y
se levantó y fue bautizado. Tomó alimentos y cobró fuerzas'. (cf Hch 9, 17-19).
Las dificultades de la
evangelización de Pablo
Fue precisamente en Damasco donde
Pablo comenzó a predicar a Jesús en las sinagogas, afirmando que Jesús era el
Mesías y el Hijo de Dios. Luego se trasladó a Jerusalén para encontrarse con
Pedro y los otros apóstoles. Pero para Pablo, al volver a su Tarso natal, su
credibilidad todavía era nula pues, por un lado no pudo superar la perplejidad
de los judíos que lo consideraban un traidor y aún intentaron matarlo; por otro
lado, tenía la necesidad de ganarse la credibilidad de los cristianos que lo
recordaban como el terrible perseguidor. Después de Tarso, Pablo fue a
Antioquía con Bernabé (cf Hch 11,22), donde 'se reunieron con la iglesia por
todo un año, y enseñaban a las multitudes. Fue en Antioquía donde a los discípulos
se les llamó cristianos por primera vez'. (cf Hch 11,25-26). Pablo prosiguió su
camino de evangelización haciendo muchos viajes para llevar la Palabra a todos
los pueblos. Terminó su carrera dando la vida por Cristo en Roma y, de ese
modo, nada ni nadie pudo ya separarlo del amor de Cristo. Pablo es por eso uno
de los más grandes evangelizadores de la historia.
https://www.vaticannews.va/es/santos/01/25/conversion-de-san-pablo--apostol.html
24 de enero 2023
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