viernes, 27 de enero de 2023

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20230129

 

Para el gran padre de la Iglesia, Efrén el diácono (c. 306-373), la Biblia es como la roca que Moisés abrió para los hebreos en el desierto y que manó de todos lados una bebida espiritual. No podemos beber toda el agua que nos ofrece; debemos estar satisfechos de que hemos alcanzado al menos una parte de ella (Commentarios en el Diatesseron, capítulo 1). Las bienaventuranzas son un buen ejemplo de esto porque han suscitado muchas interpretaciones diferentes y hasta contradictorias. Para algunos, son una descripción de todos los rasgos esenciales del cristiano. Para otros, son ideales a los cuales somos llamados, pero que nunca vamos a realizar completamente en esta tierra. No faltan aquellos que las critican, como lo hizo el filósofo Friedrich Nietzche (1840-1900). Las Escrituras son una fuente de la que nunca cesa de brotar el agua de la revelación divina.

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