jueves, 11 de abril de 2024

EN COMUNIÓN CON LA TRADICIÓN VIVA DE LA IGLESIA 20240414



«En realidad, por cuanto encontramos también en la sucesión del relato evangélico, fue visto por los hombres cinco veces en el mismo día en que resucitó. En primer lugar, por María Magdalena, cuando dijo a la que deseaba abrazar sus pies: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre. Después, por las dos que, corriendo desde el sepulcro, fueron a anunciar a sus discípulos lo que habían oído sobre el suceso de su resurrección, y de las que está escrito que se acercaron, abrazaron sus pies y le adoraron. Se apareció al atardecer de ese mismo día a dos que iban a la aldea de Emaús, quienes lo reconocieron al partir el pan. Se apareció también a Pedro, aunque el evangelista apenas da detalles de cuándo o dónde ocurrió, si bien no oculta que sucedió, cuando escribe que, cuando los dos discípulos citados volvieron enseguida a Jerusalén tras haber reconocido al Señor en Emaús, encontraron reunidos a los once y a los que estaban con ellos, que decían: el Señor ha resucitado realmente y se ha apareado a Simón. Inmediatamente después empalma con la quinta aparición, que acabamos de escuchar cuando se ha leído el Evangelio, y comienza así: Mientras contaban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos...Lo primero que hay que advertir y guardar con diligencia en la memoria es que el Señor se puso en medio y se dignó revelarles físicamente su presencia, mientras los discípulos hablaban de Él. Y esto es precisamente lo que prometió a todos los fieles, doquiera que estuviesen, al decir: Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Y, para confirmar la firmeza de nuestra fe (...), de vez en cuando también lo ha querido corroborar con la presencia de su visión corporal» (San Beda el Benerable [c672-735] Homilía IX, 2.3. Después de Pascua)

  



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