La resurrección de Jesús no es
simplemente su triunfo sobre la muerte de una vez para siempre. Es su pasaje a
un nuevo modo de ser activo en el mundo. Se trata de ser la fuente de todo lo
bueno que Dios puede darnos. Cualquier beneficio, bendición, o bondad que
recibimos en esta vida o en la otra nos llega por medio de Cristo resucitado.
Es una afirmación que ha sido discutida por muchos en los años recientes, ya
que parece deducir que las otras religiones, como el judaísmo o el budismo, no
tienen en ellas ni siquiera una gota de salvación o bien. Pero no es así, como
ha sido clarificado por el Vaticano II en su documento Ad gentes. El Cristo
resucitado puede ser activo en estas religiones en cierta manera, porque no está
delimitado por las fronteras humanas.
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