viernes, 5 de octubre de 2018

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO 20181007




El matrimonio es una institución decisiva, y la familia sin duda alguna. Existen familias que forman personas maduras y responsables que no han podido vivir una relación formal de matrimonio. Sin embargo, cuando existen las condiciones favorables de libertad, amor y respeto entre esposo y esposa es preferible realizar todo el esfuerzo que sea posible, para mantener el matrimonio. Es claro que el amor no se puede comprar, exigir, ni obligar. Es una donación generosa y voluntaria que tiene que construirse a diario. Tal como enseña el libro del Génesis, estamos llamados a una vida plena y ésta no se consigue en soledad, demanda por el contrario un incesante proceso de dar y recibir, de donación y acogida entre ambos. Quien vive pensando solamente en su propia felicidad, desentendiéndose de la de su pareja, terminará encontrando numerosos pretextos y motivos para justificar su negativa a reavivar el amor de la primera hora.

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